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Los franceses piensan que Mitterrand ganará su primer desafío internacional

La batalla de reacciones, internacionales y francesas, en torno al estreno occidental que ha supuesto la entrada de cuatro comunistas en el Gobierno del presidente François Mitterrand tiende a clarificarse. Mientras el ministro de Relaciones Exteriores galo, Claude Cheysson, subió el tono ayer al calificar la actitud americana de "sorprendente e inaceptable", el vicepresidente de EE UU, George Bush, en Londres, dio marcha atrás.En el plano nacional, el gaullista histórico Pierre Messmer se manifestó en los mismos términos que Cheysson. Los comunistas, por su parte, anoche aún continuaban reunidos, a nivel de Comité Central, para reflexionar sobre "la sítuación política y la acción del partido" tras las recientes elecciones que han confirmado su declive.

Apoyo del chiraquismo

Las autoridades francesas, aunque no lo dicen de manera expresa, se manifiestan en términos que dejan bien claro lo que piensan, o lo que piensa Mitterrand concretamente: que este último va a ganar su primer desafío internacional, es decir, que la entrada de los comunistas en el Gobierno es un asunto interno francés y que, a medio plazo, la tempestad que ha provocado el acontecimiento, calificado de histórico, no es más que una tempestad en un vaso de agua.

Ayer, el ministro de Exteriores, Cheysson, eludió los modales diplomáticos de la víspera. Cuando el vicepresidente Bush aún se encontraba en París, calificó la postura americana de inaceptable, y exclamó: "Esto es el colmo, puesto que esa declaración les permite a nuestros amigos soviéticos presentarse como los defensores de la independencia y de la liberación de los pueblos". Al mismo tiempo destacó que los demás aliados, Reino Unido, la República Federal de Alemania y Canadá, en particular, "han tomado la cosa como conviene".

Cheysson insiste diariamente en que "los principios de nuestra política están definidos", y que, en consecuencia, nada va a modificarlos. Ayer, el Gobierno de Mitterrand recibió el apoyo de Pierre Messmer, ex primer ministro de Georges Pompidou y dirigente actual del chiraquismo: "En tanto que gaullista, no puedo aceptar los comentarios de otro país, sea cual fuere, sobre la composición de un Gobierno de Francia". Este reflejo de repulsa de la injerencia extranjera está jugando progresivamente en el país, lo que no quiere decir que después la derecha acentúe más o menos sus críticas, como lo ha hecho el mismo Messmer: "Cabe plantearse la cuestión sobre la actitud de nuestros aliados cuando haya que tratar temas delicados", anotó el dirigente gaullista al comentar la presencia comunista en el Gabinete Mauroy.

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Cheysson, hablando de otras cuestiones, aplaudió la decisión del rey Hassan II a propósito de la consulta popular que ha propuesto se efectúe en el Sahara occidental. Afirmó que "me da frío" el pensar que los árabes o los israelíes puedan fabricar la bomba atómica, y declaró que Francia seguiría cooperando con Irak en materia nuclear, pero si las autoridades de Bagdad se someten a todos los controles que les impidan acceder al átomo bélico.

Hoy será publicado un informe del Comité Central del partido comunista que, tras dos días seguidos de discusiones, expondrá la interpretación que hace el PCF de todo lo ocurrido en Francia desde hace dos meses, y que, para este partido, ha supueto un fracaso determinante para su futuro, sólo enmascarado momentáneamente por los cuatro dirigentes ascendidos a ministros por Mitterrand.

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