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EE UU intenta "frenar" a la URSS en Afganistán y Polonia

La espectacular decisión de Estados Unidos de suministrar armamento a China, formalizada tras la estancia de tres días en Pekín del secretario de Estado norteamericano, Alexander Haig, pretende frenar la presencia de la Unión Soviética, en especial en Afganistán y Polonia.Editorialistas de la Prensa estadounidense destacan que, en menos de veinticuatro horas, la Administración Reagan decidió un programa de ayuda militar a Pakistán, por valor de 3.000 millones de dólares, y modificar la legislación norteamericana que permitirá la exportación de material bélico a China, excluyendo al coloso asiático de la lista de países con regímenes comunistas a los que la ley americana impide hoy vender armas.

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Los analistas políticos inscriben el importante giro de la Administración Reagan en la línea de demostrar una vez más a Moscú que todo está vinculado en política exterior. Aunque desmentido oficialmente por el propio presidente Reagan en su conferencia de Prensa del martes, parece evidente que hay una relación entre el refuerzo chino-norteamericano y la situación en Afganistán, y, sobre todo, Polonia.

No podrá calcularse el impacto del acuerdo Washington- Pekín hasta las negociaciones específicas que mantendrán en la capital norteamericana, a partir del próximo mes de agosto, expertos del Departamento de Estado y del Pentágono con el jefe adjunto del Estado Mayor del Ejército chino, Liu Huaquing.

Alexander Haig fue evasivo en su conferencia de Prensa en Pekín sobre el alcance y las partidas de material militar norteamericano que EE UU venderá a Pekín, como también lo fue con respecto a las cláusulas de financiación que EE UU otorgará a los chinos. Todas las ventas se decidirán caso por caso, previa consulta con el Congreso norteamericano, recordó el Departamento de Estado en Washington, reflejando las palabras de Haig pronunciadas en Pekín.

Misiles antiaéreos, antitanques y radares podrían formar la primera partida de material made in USA para el Ejército chino. Hay que recordar que, durante la Administración Carter, Estados Unidos suministró equipo tecnológico y de transporte a China, con posibilidades de ser utilizado con carácter militar, pero sin armamento. En aquel momento, Washington y Moscú estaban en las puertas del acuerdo para limitar la proliferación de armas estratégicas (SALT II), firmado entre Carter y Breznev en el verano de 1979, en Viena, pero no ratificado por el Senado norteamericano, tras la intervención de tropas soviéticas en Afganistán, en diciembre del mismo año. Hoy, el panorama ha cambiado.

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Por otra parte, la misión asiática del secretario de Estado, Haig, provoca seria inquietud en Taiwán, a pesar de las declaraciones políticas del presidente Reagan, confirmando que Washington continuará apoyando con material militar defensivo al Ejército de Taibei.

En su estrategia de réplica a los soviéticos, Washington apuesta claramente por Pekín, dejando un tanto de lado a Taiwan (considerado por Pekín como una provincia china). La nueva directriz de Reagan podría quedar ratificada con el intercambio de visitas oficiales de los primeros mandatarios de China y EE UU.

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