Cheysson tranquiliza a Reagan sobre la nueva política exterior gala
«Tranquilizar» a Estados Unidos parece ser el principal objetivo de la nueva política exterior francesa. Para ello, Claude Cheysson, ministro galo de Relaciones Exteriores, se encuentra actualmente en Washington, con un amplio programa de reuniones, incluida una entrevista con el presidente Reagan.El presidente francés, el socialista François Mitterrand, en una entrevista al diario The New York Times, confirmó las grandes líneas de la nueva política francesa, cercana a las tesis de Estados Unidos frente a los soviéticos, pero más distantes en lo que se refiere al problema palestino, las relaciones con el Tercer Mundo y la política racial surafricana.
«Estamos dispuestos a trabajar con nuestros nuevos amigos franceses para proteger los intereses occidentales», declararon medios de la Casa Blanca, comentando la entrevista Reagan-Cheysson. Según estas fuentes, «no hay litigios particulares» EE UU-Francia, y señalaron el deseo de «unos intercambios francos, informales amistosos e importantes» con los nuevos dirigentes de París.
Por otra parte, los norteamericanos restaron importancia a la hipótesis de una participación cornunista en el Gobierno francés. Esperan el veredicto de las urnas en Francia antes de expresar pública mente su desacuerdo de principio con un Gobierno de coalición socialistas- comunistas en París.
La primera entrevista de Claude Cheysson en Washington fue con el secretario de Estado, Alexander Haig. Hubo identidad de puntos de vista en la política frente a los soviéticos, especialmente en la oposición a la instalación de misiles SS-20 en la URSS, la retirada de Afganistán y la no intervención en Polonia.
Derechos humanos
El jefe de la diplomacia francesa no ocultó, sin embargo, las reservas capitales de Francia en la estrategia de «derechos humanos» de la Administración Reagan, especialmente en los países dictatoriales de América del Sur.Las conversaciones con Haig continuarán en una segunda fase, antes de que Cheysson regrese a París mañana, sábado. El ministro francés -además de con el presidente Reagan y el secretario Haig- conversó también con el vicepresidente, George Bush; el secretario de Defensa, Caspar Weinberger; el secretario del Tesoro, Donald Regan, y el de Comercio, Malcolm Baldridge. La inquietud de todos los países de Europa occidental -expuesta hace ya unas semanas por el canciller Helmut Schmidt a los americanos- por la política del alto interés bancario en Estados Unidos fue el eje del encuentro de Cheysson con los ministros económicos de Reagan.
El interés norteamericano por la llegada al poder de los socialistas en Francia queda patente con la atención dedicada a las declaraciones de François Mitterrand, quien, en su primera entrevista después del acceso a la Presidencia, explica al célebre periodista James Reston los conceptos de la nueva política gala en relaciones atlánticas, nacionalizaciones, problema palestino y política racial africana. Sin marginar el deseó de una rápida entrevista con el presidente norteamericano.
Euromisiles
Mitterrand dice que Reagan le envió varios telegramas expresando su deseo de verle en la cumbre económica de los próximos 20 y 21 de julio, en Ottawa (Canadá). «Estaré muy contento de poder ir a Estados Unidos en la primera oportunidad», añade Mitterrand.Basando las relaciones atlánticas entre Europa occidental y América del Norte en el concepto general de la historia de la civilización occidental, el presidente francés recuerda que «la defensa de la paz requiere un equilibrio mundial de poder. Señala su oposición a la instalación de nuevos misiles soviéticos SS-20 y recuerda que «fui el primer lider que protesté en Francia, como miembro del Parlamento, por la instalación de nuevos cohetes soviéticos».
En sus declaraciones, Mitterrand evita incluir en el temario el capítulo de las futuras relaciones con los comunistas.
El The New York Times presenta, a través de las preguntas de la entrevista, a un Mitterrand muy filósofo y literario, profundamente anclado en los valores de la civilización occidental. El presidente francés insiste, por otra parte, en la «similitud» de procesos populares que llevaron al poder a Ronald Reagan en Estados Unidos y a él mismo en Francia, como reacciones de electores que quieren a unos líderes que estén cerca de sus inquietudes y problemas.
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