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Los socialistas provocan la caída del Gobierno italiano de centro-izquierda que preside Forlani

Juan Arias

La dimisión del Gobierno de centro izquierda que preside el democristiano Arnaldo Forlani abrió ayer una nueva crisis política en Italia, en la que el líder socialista Bettino Craxi ha desempeñado un activo papel al retirar su apoyo al Gabinete en el que figura su propio partido. La hipótesis más plausible para explicar esta actitud es que los socialistas van a exigir ahora la presidencia del Gabinete, algo a lo que la Democracia Cristiana (DC) no parece dispuesta, con lo que la única salida sería el recurso a unas elecciones anticipadas.

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La Democracia Cristiana, partido de la mayoría relativa, no oculta su preocupación por la situación, y un ministro de este partido ha reconocido en privado que esta crisis es más grave para la DC que todas las anteriores.Forlani comunicó su decisión al presidente de la República, Sandro Pertini, a las 11.30 horas de ayer, después de haber celebrado una reunión del Consejo de Ministros. El presidente de la República aceptó la dimisión y empezará rápidamente las habituales consultas políticas para designar la persona que deberá formar el nuevo Gobierno, que será el 41 de la República, desde 1945.

La decisión de Forlani fue tomada inmediatamente después de que el secretario general del partido socialista (PSI ), Bettino Craxi, se negase a participar en una cumbre convocada por el primer ministro con los cuatro partidos que apoyan al actual Gabinete, para estudiar una remodelación del Gobierno tras la dimisión del ministro de Gracia y Justicia, el democristiano Adolfo Sarti, implicado en el escándalo de la logia masónica Propaganda 2 (P-2).

Puesto que la. crisis fue indirectamente abierta por los socialistas en un momento tan delicado, los observadores políticos se han planteado unánimemente qué es lo que pretenden los socialistas con esta acción por sorpresa.

Dos dirigentes socialistas, los ministros Formica y, De Michelis, amigos de CraXi, han declarado abiertamente que piensan «pedir la presidencia del Gobierno para el PSI». Y añaden que esta era la perspectiva del partido tras el congreso de Palermo, aunque no se imaginaban que los acontecimientos iban «a anticipar tanto las cosas».

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La respuesta de la Democracia Cristiana (DC) ha sido rápida: «Las peras verdes son siempre amargas», ha afirmado Gerardo Gianco, jefe del grupo parlamentario democristiano, mientras el secretario general de la DC, Flaminio Plecoli, ha declarado que el nuevo Gobierno «deberá mantener la misma estructura que el actual Gabinete Forlani», que es lo mismo que deberá ser presidido por la Democracia Cristiana.

Si Craxi presenta la candidatura socialista a la presidencia del Gobierno, lo más seguro es que habrá que recurrir a nuevas elecciones anticipadas, que en este momento podrían dañar, sobre todo, a la Democracia Cristiana después de haber perdido la batalla del aborto y haberse visto implicada a fondo en el escándalo de la P-2, que, como escribió ayer L'Unita, órgano oficial del partido comunista, «ha desbordado al Gobierno». Estas elecciones se celebrarían, dados los plazos que impone la Constitución, en el próximo mes de septiembre.

En todos los círculos políticos se habla de una «crisis distinta a las anteriores». Esta vez ha venido por la sacudida provocada por un problema moral global, después de un escándalo en el que, según las acusaciones formuladas, están implicadas personas pertenecientes a todos los centros del poder. Podría ser esta una ocasión, escribió ayer la Prensa progresista, para proponer, después de casi cuarenta años de Gobierno democristiano, una alternativa formada por aquellas fuerzas que han estado menos implicadas en los escándalos de este país.

Una de las grandes incógnitas de esta crisis es qué va a hacer el anciano presidente socialista Sandro Pertini, que no oculta su oposición a disolver el Parlamento, pero que, al mismo tiempo, ha sido siempre la conciencia moral más firme frente a la degradación moral de la vida política.

La más preocupada en este momento es la Democracia Cristiana, ya que es el único partido que no puede defenderse en el asunto de la P-2, puesto que el estatuto del partido prohibe tajantemente, bajo pena de expulsión, a quienes se afilian a cualquier tipo de logia masónica.

Una oportunidad única

Por otra parte, el presidente del Gobierno, Forlani, tuvo retenido durante más de dos meses, todo el expediente de la P-2 sin pasarlo al Parlamento. Ahora se le acusa de haber esperado a que se votara el referéndum contra el aborto, que apoyó la Democracia Cristiana y la jerarquía eclesiástica.

Ahora toda la atención está puesta en los socialistas y en las fuerzas progresistas del país. Podría ser una ocasión, quizá única, según afirman los observadores, para plantear finalmente un cambio radical al sistema de Gobierno de este país, que trata de esclarecer tantos misterios y tantos presuntos escándalos que desde hace anos acaban sutilmente enterrados por toda una serie de fuerzas conservadoras que han conseguido, hasta ahora, salvarse in extremis, escapando al Juicio de la Magistratura y de la opinión pública.

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