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El Papa abandona, en el día de su cumpleaños, la sala de reanimación

, El papa Juan Pablo II abandonó ayer la sala de reanimación a las dos de la tarde y fue trasladado a una habitación normal, situada en el décimo piso de la clínica Gemelli, de Roma. Este ha sido el mejor regalo que le han hecho los médicos en el día de su 61 cumpleaños. Desde la ventana del cuarto tiene una amplia panorámica de la capital italiana, en la que resalta la cúpula de la basílica de San Pedro. Su estado de salud sigue mejorando, aunque se mantiene reserva sobre el pronóstico, y el domingo pudo levantarse de la cama para reposar en un sillón, así como grabar un mensaje que fue difundido por altavoces en la plaza vaticana. En él, con voz emocionada y doliente, anunció su perdón hacia quien disparó contra él.Según han afirmado los médicos, un enfermo corriente podría haber abandonado la sala de reanimación dos días después de una operación similar a la que sufrió el Papa. Pero, dada la especial personalidad del herido, prefirieron esperar más tiempo para el traslado. La habitación en la que ahora se recupera el Pontífice es la número 1.018. Tiene veinte metros cuadrados y en ella hay una cama, un sofá, una pequeña mesa, un aparato receptor de hilo musical y un televisor en blanco y negro. Está presidida por una pequeña imagen de la Virgen Negra de Czestochowa (de la que es devoto el Papa polaco), y en la pared de enfrente hay un crucifijo. También tiene baño completo.

Una habitación similar, situada en la misma planta, fue enseñada el domingo a los periodistas, entre ellos los enviados de EL PAIS, por un médico de la clínica. En ella estuvo internado monseñor Deskur (de nacionalidad polaca), amigo y consejero de Juan Pablo II. El Papa acudió allí a verle, en su primera salida, tras su nombramiento al frente de la Iglesia católica.

La habitación actual del Papa es una de las reservadas a los médicos de la clínica cuando están enfermos. Un paciente normal, si quiere tener acceso a una de las mismas características, para estar solo, tiene que pagar una cantidad que oscila entre las 6.000 y 7.000 pesetas diarias.

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"Perdono sinceramente al hermano que me ha disparado"

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La última noche que pasó el Pontífice en la sala de reanimación fue tranquila y pudo dormir sin ayuda de calmantes, según el último parte médico. Sin embargo, algunas filtraciones indican que llegó a tener accesos de fiebre cercanos a los 39 grados. El personal sanitario responsable de la salud del Pontífice, quita importancia a las oscilaciones térmicas y considera que no se deben achacar a un proceso infeccioso, sino al tipo de intervención practicada y a la pérdida de sangre. Señalan también que no tratan de controlar el proceso febril, por ahora, con ayuda de fármacos.

El traslado del Santo Padre de la unidad de vigilancia intensiva (UVI) a la nueva habitación estuvo rodeado de grandes medidas de seguridad; tuvo que recorrer en camilla un pasillo de treinta metros, y había especial preocupación en evitar que algún fotógrafo pudiese conseguir una instantánea del Pontífice doliente. Al parecer no han dado resultado estas medidas y un paparazzi habría logrado captar la imagen, por la que una agencia norteamericana está dispuesta a pagar cincuenta millones de pesetas (por las fotos del atentado se pagaron cuatro millones). Ayer, día del cumpleaños del papa Wojtyla, hubo especial animación en la clínica. Visitas, telegramas y mensajes de felicitación llovieron sobre el centro sanitario. Los ramos de flores, llevados por personas sencillas, alcanzaron tal número que se dio orden de no aceptar más, y que fuesen enviados a las parroquias romanas.

Misa concelebrada

Para festejar la onomástica papal se celebró en la basílica de San Pedro una misa concelebrada por la salud de Juan Pablo II, a la que asistieron más de treinta cardenales, numerosos obispos y sacerdotes, así como millares de fieles. También estuvo presente el cuerpo diplomático en pleno, incluido el embajador español ante la Santa Sede, Puig de la Bellacasa.

En la homilía, el cardenal Confalonieri, el más antiguo del colegio cardenalicio, se preguntó el porqué del atentado «contra un Papa que es el mensajero de la buena nueva». «No existe», dijo, «una respuesta racional, porque la acción va más allá de la oscuridad del absurdo», manifestó también que no había que dejarse arrastrar por el mal, sino que «hay que vencerlo con el bien».

Especialmente emotiva resultó la oración del ángelus, rezada por el Papa el domingo, grabada el mismo día por la mañana. A través de los altavoces de la plaza de San Pedro sonó la voz del Papa, grave, pausada y con signos evidentes de esfuerzo.

Perdón sincero

Su mensaje fue aplaudido en varias ocasiones por los millares de fieles que acudieron al Vaticano, aunque el número fue muy inferior al esperado. Alcanzó una especial intensidad cuando el Papa, con una voz casi quebrada por la emoción, anunció el perdón de su agresor: «Rezo por el hermano que me ha disparado y al que perdono sinceramente». A algunos de los presentes se le saltaron las lágrimas, mientras aplaudían con calor, bajo el sol luminoso de una primaveral mañana de mayo.

El papa Wojtyla dijo que se encontraba particularmente cercano de las otras dos víctimas heridas en el atentado de la pasada semana, y concluyó sus palabras diciendo: «Unido a Cristo, sacerdote y víctima, ofrezco mis sufrimientos por la Iglesia y por el mundo. A ti, María, repito: Soy todo tuyo». Estas tres últimas palabras constituyen la divisa de su escudo como obispo de Roma.

Finalizadas las palabras del Papa, que duraron no más de tres minutos, un grupo de católicos polacos, procedentes de Lodz, entonaron durante largo rato himnos religiosos, mientra la plaza iba vaciándose de fieles y turistas que la habían abarrotado.

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