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La izquierda critica al Papa por su intervención contra el aborto

Juan Arias

El domingo tenía que haber sido en Italia el día de la gran cruzada de la Iglesia contra el aborto, a ocho días del referéndum popular promulgado por los católicos tradicionales del Movimiento por la Vida, para reducir la actual ley del Parlamento sobre el aborto al único caso de peligro de muerte de la madre. La toma de postura del Papa, el domingo en el Vaticano, ha sido muy criticado por la izquierda italiana.

El centro de este acto religioso-político nacional debía ser la plaza de San Pedro, a mediodía hora en la cual el Papa leía el ángelus con los peregrinos llegados de Italia y del extranjero. A esa hora, Radio Vaticano se ponía en sintonía con todas las mayores ciudades del país en las cuales, por voluntad de Juan Pablo II, los obispos habrían debido organizar manifestaciones contra el aborto y a favor de la vida.En Roma habían sido movilizados todos los grupos católicos por el cadenal vicario Ugo Poletti, Se trataba de ir a agradecer al Papa sus intervenciones en contra del aborto. Anunciaron que se habrían presentado en la plaza cerca de 300.000 personas, a las que el Papa habría hablado. Todas las fuerzas políticas de izquierdas y laicas habían dicho, directa e indirectamente, al Papa que se limitara a hablar a los católicos sin interferir en el problema político de la ley, ya aprobada por el Parlamento, y que un grupo de católicos desea abolir.

En la plaza estaba presente toda la Prensa. El Papa fue fiel a los católicos más intransigentes que habían pedido una intervención clara y dura del vicario de Cristo.

Casi gritando afirmó: «El aborto procurado es muerte, es el asesinato de una criatura inocente. Por tanto, la Iglesia considera cualquier ley favorable al aborto como una ofensa gravísima a los derechos fundamentales del hombre y al mandamiento divino de no matar».

«El Papa dijo que la batalla contra el aborto es «una causa santa», y añadió: «Sirviendo a esta causa servimos al hombre, a la sociedad y a la patria». Pero si el Papa fue fiel a los católicos más conservadores, los otros católicos, los menos intransigentes, no dieron mucha satisfacción al Papa. La gran desilusión del movimiento por la vida fue que a la plaza de San Pedro, en vez de 300.000, se presentaron apenas 30.000 personas. Y la desilusión no les llegó sólo de los fieles. En las dos grandes ciudades de Milán y Turín, los arzobispos se negaron a organizar la manifestación en contra del aborto por temor a que pudiera ser considerada en clave política.

La reacción del mundo político laico ha sido unánime: «El Papa ha vuelto a intervenir imprudentemente en los asuntos del Estado italiano». Los radicales han dicho abiertamente que, el Papa ha «considerado prácticamente anulado el concordato».

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