La mala comedia bufa
El éxito de Los bingueros ha estimulado a su director, Mariano Ozores (uno de los hombres más prolíficos del cine español de estos últimos años), a continuar el rodaje de otras películas basadas en la vis cómica de Andrés Pajares y Fernando Esteso. En manos de Ozores, esa vis cómica no se remite, sin embargo, a la invención de gags realmente originales ni a la construcción de tipos representativos ni a reflexión alguna sobre nuestra época, a pesar, esto último, de que su reclamo sea precisamente una inmediata y breve coyuntura.En Los chulos, hasta ésta se le ha escapado de las manos: la historia de la represión sexual de un ex seminarista que acaba practicando una intensa vida sexual gracias a la intervención de un pícaro que pretende solamente destruirlo para lograr sus fines, es una historia vieja y poco significativa. La actualidad en este caso viene marcada por los inevitables chistes en este tipo de cine sobre la corrupción de algún alcalde de la izquierda y los mínimos atuendos exigidos por el guión para unas jóvenes y presuntas actrices. El humor bufo, el chiste barato y conocido, las caídas exageradas, los tics en los actores, que han olvidado el tamaño de un plano en la pantalla; el agotamiento hasta el cansancio de cualquier situación pretendidamente cómica marcan las constantes de este cine de Ozores, rodado a prisa y sin rigor alguno.
Los chulos
Guión y dirección: Mariano Ozores. Producción: Bermúdez de Castro. Fotografia: P. Villaseñor. Intérpretes: Andrés Pajares, Fernando Esteso, Florinda Chico, Alfonso del Real, Ricardo Merino. Española, 1981. Comedia. Local de estreno: Montera.
No obstante, el éxito de público que habitualmente logra con estos productos llama la atención sobre su obra. No es que aquí vaya a mantenerse ni por un momento la teoría de que un éxito de público avala siempre su calidad, pero, por supuesto, ese éxito no puede olvidarse. Probablemente, el acierto de Ozores sea simplemente el de saber rellenar un hueco en nuestro país que la mayoría de los directores suelen olvidar.
El cine cómico sólo tiene un buen continuador en Berlanga y aciertos esporádicos en jóvenes autores, como en el caso de Opera prima.
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