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La intensificación de los combates artilleros en Líbano obliga a cerrar el aeropuerto de Beirut

El familiar sonido de los proyectiles retumbó ayer en todo Líbano por tercer día consecutivo, en un duelo a muerte que se ha cobrado más de trescientas víctimas en lo que va de mes. El cierre del aeropuerto de Beirut desde que el lunes por la noche cayeron varios proyectiles sobre una de sus pistas ha provocado un choque psicológico entre la población, al darle la impresión de que se encontraba aislada del resto del mundo, como en los peores momentos de la guerra civil.

El cierre del aeropuerto y el del puerto, desde la semana pasada, dejan una sola salida a los que quieran abandonar Líbano: ir por carretera a Damasco.Beirut, Sidón y Tiro siguen siendo los objetivos preferidos de los bombardeos de los cristianos derechistas apoyados por Israel, aunque también han llegado noticias a la capital libanesa sobre ataques a la ciudad de Nabatiyeh, a quince kilómetros de la frontera con Israel, centro controlado por guerrilleros palestinos y fuerzas izquierdistas.

En Beirut, fuentes policiales informan de que al menos cinco personas han muerto y más de treinta han resultado heridas en el duelo que desde ayer mantienen, aunque con una tregua nocturna, las fuerzas pacificadoras sirias, tropas regulares del Ejército libanés y las milicias cristianas falangistas del coronel Saad Haddad, en la línea de demarcación entre los sectores cristiano y musulmán.

Según la emisora estatal Radio Beirut, cazabombarderos israelíes sobrevolaban ayer la capital libanesa, así como el sur del país.

Desde que comenzaron los combates de esta semana, con el bombardeo de Sidón, el pasado domingo, veintiuna personas han perdido la vida en el sur del país, y casi cien, según fuentes policiales, sufren heridas de diversa consideración.

Por segunda vez en tres días, la ciudad portuaria de Sidón se ha convertido en blanco de los derechistas cristianos y permanece prácticamente paralizada en sus actividades comerciales, por temor a que se repita el indiscriminado bombardeo del pasado domingo. Ayer, en Sidón, quince personas resultaron heridas y cinco muertas.

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Sobre la ciudad portuaria de Tiro -otro objetivo preferente de los israelíes y sus aliados cristianos-, en cuyo entorno se concentran campamentos de refugiados palestinos, se intensificaron ayer los bombardeos.

Por último, según Radio Beirut, todas las comunicaciones terrestres con Nabatiyeh han quedado interrumpidas debido a los intensos bombardeos.

Los fedayin palestinos, por su parte, tampoco permanecieron inactivos, replicando con su artillería a los bombardeos de las milicias cristianas. Fuentes militares israelíes anunciaron ayer que la alta Galilea fue bombardeada por la mañana y por la tarde. Para examinar cuál era la respuesta que Israel debía dar a estos bombardeos y la situación en el sur de Líbano, el primer ministro israelí convocó ayer un Consejo de Ministros extraordinario.

Según el más solvente de los diarios israelíes, Haaretz, el Gobierno del presidente norteamericano Ronald Reagan «comprendería» una acción militar de Israel «por su propia seguridad» si entran en punto muerto las gestiones diplomáticas para frenar los choques entre sirios y cristianos.

Sin embargo, los cristianos nacionalistas de Líbano parecen dispuestos a librar una «última batalla» para recuperar el control de su país, en el que están destacados unos 26.000 soldados sirios, en un territorio de 10.500 kilómetros cuadrados.

En este momento, las milicias cristianas del Norte y las de «Líbano libre», en el Sur, forman un frente común contra sirios y palestinos.

El Gobierno israelí de Menájem Beguin no oculta su ayuda política y militar a los nacionalistas cristianos, y en sus reuniones con el secretario de Estado norteamericano, Alexander Haig, expuso la necesidad de expulsar a los sirios y a los terroristas palestinos de Líbano.

Los intervencionistas en los medios militares de Israel consideran que, si no cesan los enfrentamientos, los sirios terminarán por someter a los cristianos, adueñándose de Líbano, y que hasta se convertirán en un elemento de peligro para el Estado judío.

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