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TEATRO

Estreno de monólogos de Strindberg, O'Neill y Cocteau interpretados por actrices

El Teatro Estable Castellano (TEC) presenta hoy, en el teatro Lara, de Madrid, una nueva producción que reúne tres piezas cortas de los dramaturgos August Strindberg, Eugene O'Neill y Jean Cocteau, interpretadas por las actrices Irene Gutiérrez-Caba, Julieta Serrano y Amparo Rivelles, en versión de Enrique Llovet y dirección escénica de William Layton y José Carlos Plaza.El espectáculo no formaba parte de la programación del TEC para la presente temporada, aunque en sus proyectos figura recuperar textos clásicos del teatro contemporáneo que son prácticamente desconocidos en la escena española. A continuación de este montaje, el colectivo prepara un espectáculo basado en textos de Calderón.

Los tres monólogos plantean problemas femeninos vistos por dramaturgos que se han distinguido por la dedicación a los personajes de mujeres en su producción teatral. Las tres actrices que intervienen en el espectáculo interpretan por vez primera piezas cortas de un solo personaje. Irene Gutiérrez-Caba es la actriz de la obra La más fuerte, de Strindberg (1849-1912), autor dramático sueco, iniciador del naturalismo en su país y un precursor del expresionismo europeo. Julieta Serrano interpreta Antes del desayuno, de O'Neill (1888-1953), dramaturgo norteamericano cuyos dramas, como en el caso de Strindberg, presentan rasgos autobiográficos. Amparo Rivelles vuelve a un escenario madrileño después de veinte años de ausencia, aunque la temporada pasada interpretó Salvar a los delfines, de Santiago Moncada. En este montaje interpreta La voz humana, de Jean Cocteau (1889-1963), un drama escrito en 1930, entre los más conocidos del poeta y dramaturgo francés.

Enrique Llovet, autor de las versiones y dramaturgia de las tres obras, declaró ayer que este espectáculo significaba una buena ocasión para aplicar el método de trabajo del TEC, sobre todo en el campo de la interpretación. «El encuentro de una forma de actuación con tres textos ilustres debía dar, en principio, muy buen resultado. Otro aspecto singular es ofrecer obras maestras de los últimos cincuenta o sesenta años que son prácticamente desconocidas. No estoy muy seguro, pero la obra de Strindberg no se ha representado; la de O'Neill se puso en Barcelona y la de Cocteau la interpretó Margarita Xirgú en el Ateneo, antes de la guerra».

«La selección de las obras», añade Enrique Llovet, «se basa en que las tres presentan caracteres femeninos muy concretos, en textos difíciles e lluminadores de la condición humana. Un aspecto insólito en nuestros días es que las tres son, en realidad, escenas de amor que analizan, desde la perspectiva de sus autores, tres comportamientos de la pareja. El más subjetivo de los dramaturgos es Strindberg, que casi se dirige a su propia mujer. El análisis de O'Neill es más duro, muy americano, presenta una pareja con desigualdad, un escritor fracasado, que no aparece en escena, y su mujer menos culta. El personaje de Cocteau es como una pantera, que en la última llamada telefónica con su amante intenta salvar su dignidad».

Llovet opina que en este tipo de trabajo teatral lo más importante es la interpretación, ya que la actriz no tiene más salvación que ella misma. El éxito de los monólogos en las últimas temporadas en Madrid obedece «a un fenómeno palpable también en Europa de recuperar el valor del texto». El hecho de una mayor presencia de actrices en las obras teatrales es efecto de una causa, según Llovet, quien declara que «existe en los grandes actores españoles un desánimo hacia el teatro, en favor del cine o de la escritura».

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