La armonización
Por una aplastante mayoría se ha aprobado en el Congreso de los Diputados la necesidad de dictar una ley de armonización. Dejando de lado si el contenido que se pretende dar a esa ley es el que reclama la propia Constitución, lo que para mí está fuera de toda duda es que Cataluña es una nación, guste o no, y el discutirlo, como a no dudar será discutido, es tanto como elucubrar sobre el sexo de los ángeles, o confundir el deseo, con la realidad: el deseo de los que son capaces hasta de matar por una idea que no se sabe lo que es, pero sí a quién sirve, con la realidad de que Cataluña es una nación, tan cierta como que existe el día y la noche. Y esa realidad tampoco excluye, sino que sirve de base a la realidad de España. Igual que nadie con dos dedos de frente -que los hay- no discutirá esto último, tampoco nadie podrá discutir lo primero, salvo que se quiera entrar en el mundo al revés, por la puerta, por ejemplo, del 23 de febrero y a la grupa de un blindado./
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