Gonzalo Herralde estrena "Vértigo en Manhattan"

Hoy se estrena en Madrid Jet lag (Vértigo en Manhattan), del cineasta catalán Gonzalo Herralde, una de las películas rodadas últimamente en Nueva York por directores españoles -Bigas Luna, Summers o Borau- y la primera que se realiza, según su autor, en auténtica coproducción, al 50% hispano-norteamericana. La actriz Jeanine Mestre y el actor Norman Brisky encabezan el reparto del filme, en el que figuran también otros dos actores españoles, Pep Munné y Jesús Tovar.«Haber rodado la mayor parte de la película en Nueva York no responde a ningún oportunismo por el hecho de que esta ciudad se haya puesto de moda», afirma Gonzalo Herralde. «Desde que hice, en 1971, el mediometraje B va a Nueva York, tengo allí buenas relaciones. Hace dos años presenté mis largos: Raza, el espíritu de Franco y El asesino de Pedralbes, y ambos tuvieron excelente acogida».

Jet lag, una expresión intraducible del inglés que designa la descompensación o mareo aéreo, es «la historia romántica de una pasión obsesiva y la aproximación a la figura de un personaje femenino, a través de la visión de tres hombres distintos que se relacionan con ella por motivos diversos», explica su director. «Me interesaba explorar una personalidad femenina, atraído, tal vez, por el enigma que es la mujer y, en cierta forma, ello me ha llevado a concebir el guión de mi próxima película, que tratará sobre una historia de amor entre dos hombres».

Elena, una muchacha de Barcelona procedente de un medio cultural muy determinado -trabaja en una editorial-, llega en un vuelo charter a Nueva York, en busca de un antiguo amor por el que siente una fijación obsesiva. Este es el argumento de Vértigo en Manhattan, donde las peripecias que vive la chica provinciana en la gran ciudad discurren hacia un final feliz.

También Jeanine Mestre, la actriz que interpreta el papel de Elena, visitaba por primera vez Nueva York, y esta circunstancia, según Herralde, ha favorecido el trabajo de los actores en la película. «Nueva York es una ciudad de ciudades, donde los grupos culturales se superponen sin antagonismos. No tiene ese carácter endogámico tan típico de Barcelona. Por otra parte, resulta una ciudad cómoda y fácil, silenciosa y sin contaminación, excepto en los meses de verano», comenta Gonzalo Herralde.