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Estados Unidos y la URSS activan su "rearme químico"

Soledad Gallego-Díaz

El comandante supremo de las fuerzas aliadas en Europa, el general norteamericano Bernard W. Rogers, ha vuelto a advertir días atrás que la Unión Soviética «se prepara activamente» en el dominio de las armas químicas. Rogers admitió que se trataba de un tema «muy sensible» para Europa, y matizó que no trataba de defender su uso, pero insistió en que su posesión por parte de los aliados «podría suponer una interesante arma de disuasión contra un adversario que ya lo posee».

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Dentro de la política de rearme emprendida por la Administración norteamericana, el presidente Ronald Reagan ha autorizado la inversión de veinte millones de dólares (unos 1.700 millones de pesetas) en una nueva planta de fabricación de gas tóxico, aun cuando, según un alto funcionario estadounidense, todavía no se ha adoptado una decisión firme en cuanto a la incorporación de este tipo de armamento a los arsenales tradicionales. La misma fuente señaló que se trataría, en todo caso, de un problema a solucionar en los próximos cinco años y que Washington consultaría siempre con sus aliados europeos.Al parecer, la nueva planta norteamericana se dedicará a la investigación y producción de gases denominados «binarios». Este sistema consiste en la combinación en un mismo cohete o bomba de dos gases diferentes que individualmente no producen efectos tóxicos o son casi despreciables, pero que una vez mezclados adquieren un poder letal. La bomba sólo permite la mezcla una vez que se encuentra en vuelo hacia su objetivo.

El empleo en la guerra de gases asfixiantes, tóxicos o similares, así como de agentes bacteriológicos, está prohibido por el protocolo de Ginebra de 17 de junio de 1925, firmado en su día por la Unión Soviética, Francia, Gran Bretaña y, posteriormente, por Estados Unidos. Sin embargo, el protocolo no prohíbe su fabricación,y almacenamiento. Numerosos organismos internacionales denunciaron el empleo de materias químicas en la guerra del Vietnam y últimamente en la invasión soviética de Afganistán.

Según los expertos de la CIA, Moscú dispone de 350.000 toneladas de armas químicas, entre ellas 50.000 toneladas de gas neurotóxico Taboun. Según un estudio publicado por el Grupo para la Investigación e Información sobre la Paz (GRIP), Estados Unidos dispone de reservas de «agentes químicos» de aproximadamente 200.000 toneladas, de las que unas 38.000 son específicamente «antipersona». Poco menos de la mitad de esas,38.000 toneladas estaría integrada por el llamado gas sarin y el VX, de altísimo poder mortífero.

En Europa se sabe que Estados Unidos instaló 10.000 toneladas de «munición química» en la República Federal de Alemania (RFA), bajo control exclusivamente norteamericano. De quinientas a mil toneladas son de un poderoso &as neurotóxico. Al parecer, Francia dispone también de reservas similares y, hace escasamente un mes, el Ministerio de Defensa británico tuvo que desmentir una información de la BBC, según la cual Washington y Londres estaban de acuerdo para almacenar «sustancias químicas» en suelo británico.

Efectos devastadores

Algunos «accidentes» han puesto también de relieve en los últimos años la peligrosidad de este armamento. El 14 de mayo de 1968, 6.000 corderos fallecieron en Dugway (Utah, EE UU) a consecuencia de una «nube» de gases neurotóxicos. En la Unión Soviética, siempre según los servicios de inteligencia estadounidenses, se produjo, en abril de 1979, un grave accidente que debió costar la vida a doscientas personas, cerca de Sverdlovsk (Urales).

De acuerdo con un informe de la Organización Mundial para la Salud (OMS) recogido por el GRIP, un solo bombardero cargado con veinte toneladas de bombas con VX causaría 80.000 muertos en una ciudad de 500.000 habitantes. Otras 35.000 personas podrían ser salvadas sólo si se les administrara inmediatamente atropina y otros «antídotos», y 35.000 más sobrevivirían mediante un tratamiento médico más continuado.

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