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Hassan II pide armas y apoyo a Giscard

El conflicto del Sahara occidental, Mauritania y el deseo marroquí de ver incrementada la ayuda militar francesa constituyen el telón de fondo de la imprevista «visita privada» a París que el rey Hassan II inició en la noche del jueves, en la que fue huésped de una cena ofrecida por el propio presidente Valéry Giscard d'Estaing.La Prensa francesa ve como «muy probable» que el monarca alauí pida la colaboración de Francia para que se celebre una cumbre entre Marruecos y Argelia en torno al problema del Sahara, como ya sugirió Hassan II la semana pasada.

Mauritania, cuya independencia Francia garantiza en cierta medida, ha sido presentada en las últimas semanas en Rabat como una futura base de partida del Frente Polisario y, en consecuencia, como previsible objetivo de futuros ataques a cargo del Ejército de Hassan II, según informa Domingo del Pino desde la capital marroquí.

En Argel no se descarta que el monarca alauí (cuyo estado de salud se habría deteriorado en los últimos días, según fuentes diplomáticas occidentales) requiera de París la venta de nuevos equipos militares, tal y como hiciera durante su anterior visita a la capital francesa, en abril del año pasado. En aquella ocasión, Hassan II solicitó -según medios argelinos- un centenar de vehículos blindados AMX- 10, provistos de un sistema de tiro por rayos láser.

Según informa desde Argel nuestro corresponsal Manuel Ostos, los expertos argelinos entienden que el estado mayor de las fuerzas marroquíes necesita de una logística altamente, sofisticada para poder cubrir eficazmente el cinturón defensivo que están edificando las fuerzas marroquíes en el Sahara occidental.

El esfuerzo que efectúan los zapadores marroquíes en la construcción de una «muralla» de unos 450 kilómetros, que debe unir el sur del reino con las cercanías de la ciudad sahariana de Bojador, suscita cierta admiración incluso entre los militares argelinos. La línea fortificada, de la cual ya están construidos 125 kilómetros, está formada por un terraplén de tres metros de alto protegido por un foso, alambradas y campos de minas.

Los marroquíes se enteraron de la partida de su monarca hacia París por un breve flash de la agencia MAP, cuando Hassan II estaba ya a punto de aterrizar en el aeropuerto de Orly.

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