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Clausura sin sorpresas del 26º Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética

Ocho sesiones han bastado para poner fin a las tareas del 260 Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS). Ayer, a mediodía, un cerrado aplauso acogía la entrada del secretario general, Leónidas Breznev, 74 años, en la gigantesca sala central del Palacio de Congresos del Kremlin. El 26º Congreso se cerraba con disciplinadas ovaciones y ninguna sorpresa. Como era de esperar, Breznev resultó confirmado en su cargo de secretario general del PCUS, que ostenta desde hace quince años. Los veintidós miembros del Politburó (catorce titulares y ocho suplentes sin derecho a voto) recibían también el respaldo de los 5.000 delegados que asistían a la asamblea.

Breznev habló durante veinte minutos, interrumpido oportunamente por los bien acompasados aplausos. El máximo dirigente soviético no volvió sobre ninguno de los temas de su discurso de apertura del congreso, pronunciado ocho días atrás.Sólo insistió, de pasada, sobre la distensión y la necesidad de poner freno a la carrera de armamentos. El resto de sus palabras fue un satisfecho canto a la marcha del partido.

El PCUS ha llegado al 26º Congreso más entero que nunca. Ni tan siquiera se han cumplido las previsiones de algunos observadores extranjeros, que hablaban de sustituciones en el Politburó, cuyos miembros tienen una edad media de setenta años.

El Comité Central sí se ha visto ligeramente modificado, pero los relevos carecen de significado especial. Ochenta y dos de los miembros del Comité Central nombrados en el pasado congreso (es decir, la cuarta parte del total) no fueron reelegidos ayer.

Por lo demás, este órgano del PCUS (que, estatutariamente, rige el partido en los períodos que median entre cada congreso) ha aumentado nuevamente de tamaño. Ahora tiene cincuenta miembros más que hace ocho días, y se compone de 319 titulares y 157 suplentes.

En su discurso de clausura, Breznev dijo que al 26' Congreso han asistido más delegaciones invitadas que nunca. En la tribuna del Palacio de Congresos del Kremlin no se ha escuchado -es verdad- ninguna voz disonante.

Los partidos comunistas español e italiano no lograron hacerse oír. Ambos llegaron a Moscú con representantes de segunda fila. Los españoles -que se resistían a hablar fuera de Moscú, como les sugerían los soviéticos- terminaron regresando a Madrid. Los italianos -después de un tira y afloja que parecía interminable- consiguieron manifestar sus opiniones en la sala de columnas de la Casa de los Sindicatos, fuera, pero cerca, de las murallas del Kremlin.

Las tibias críticas de los eurocomunistas no llegaron, pues, al 26º Congreso, y así se evitaban alusiones a temas conflictivos, como los de Afganistán y Polonia.

"Paz", "desarme"Las palabras paz y desarme sí se escucharon, en cambio, varios cientos de veces en el Palacio de Congresos del Kremlin. Los soviéticos pusieron el acento en la distensión, y, ayer mismo, el portavoz del Comité Central, Leónidas Zamiatin, mostraba su confianza en que no se retrasara la cumbre soviético-norteamericana pedida por Breznev el día de la inauguración del congreso.

En repetidas ocasiones, los dirigentes soviéticos han insistido en su tesis de que el bloque oriental no supera militarmente a su antagonista occidental. Es innegable que el Kremlin necesita que se frene la carrera de armamentos para poder poner manos a la obra en las tareas económicas que se ha previsto concluir.

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