El secretismo bloquea la investigación sobre el derribo del avión que transportaba a 65 prisioneros ucranios
Un informe presentado en Kiev un año después de la tragedia apunta a la posibilidad de que la aeronave fuera destruida por las defensas antiaéreas rusas, pero no descarta que fuera un misil ucranio
Un avión militar Il-76 de la Fuerza Aérea de Rusia fue derribado en la provincia rusa de Bélgorod el 24 de enero de 2024. Esto es uno de los pocos datos confirmados de un incidente que un año después continúa siendo un trauma en Ucrania. Un informe de la ONG Iniciativa de Medios para los Derechos Humanos (MIHR) presentado este viernes en Kiev considera probable que en aquella aeronave viajaran 65 prisioneros de guerra ucranios, tal como informó el Ministerio de Defensa ruso. Moscú dijo que el Il-76 fue derribado por un misil ucranio, algo que Kiev nunca ha admitido o desmentido. El secretismo de las autoridades de ambos países es el principal obstáculo que denuncian las familias de los soldados desaparecidos para saber qué sucedió.
Aquel 24 de enero de 2024 debía llevarse a cabo un intercambio de prisioneros en la frontera entre los dos países, un operativo que fue cancelado en el último minuto. Este dato también ha sido confirmado por Kiev y Moscú. A partir de aquí, los familiares de las víctimas denuncian que solo pueden dar palos de ciego para esclarecer los hechos.
Fuentes anónimas del Estado Mayor ucranio informaron a los medios de comunicación en la mañana de aquel 24 de enero que había sido destruido en Bélgorod un avión enemigo que transportaba munición. El bando ruso notificó pocas horas después que el Ejército ucranio había derribado un avión que transportaba a 65 prisioneros de guerra ucranios, además de la tripulación rusa. Todos fallecieron, según Moscú. Cuentas propagandistas del Kremlin compartieron en las redes sociales la lista de los pasajeros, mientras que el Gobierno ruso difundía un vídeo de los servicios de emergencias en el lugar donde cayó el avión.
La cúpula de los Servicios de Inteligencia del Ministerio de Defensa ucranio (GUR) aseguró en un primer momento que se trataba de un montaje, porque en la lista aparecían nombres de prisioneros que ya habían sido intercambiados en el pasado y porque en el vídeo no se veían cuerpos. En los días posteriores al desastre, el GUR comentó que barajaban varias hipótesis, entre ellas que, efectivamente, sus armas hubieran disparado contra el avión. Si esto era así, se expuso desde el GUR, es porque los rusos no avisaron de la presencia de esta aeronave o porque querían utilizar a los reos ucranios como escudos humanos junto al transporte de armamento.
Fuentes del Gobierno estadounidense informaron en febrero de aquel año a The New York Times que un misil tierra-aire ucranio Patriot destruyó el Il-76. Los Patriot son sistemas de defensa de producción estadounidense suministrados a Kiev. Las Fuerzas Aéreas Ucranias no comentaron la noticia. El informe de la MIHR añade ahora que es igual de probable que en realidad fueran defensas antiaéreas rusas S-300 las que derribaran el avión.
Crimen de guerra ruso
Esta organización ha podido determinar, a partir de decenas de entrevistas, que en el momento del incidente se estaba produciendo un intercambio de fuego en Bélgorod: drones bomba ucranios sobrevolaban esta provincia y la aviación rusa estaba atacando en el lado ucranio. En aquel momento, dos aviones con prisioneros ucranios se aproximaban a Bélgorod. Uno de los aparatos fue derribado y el otro dio la vuelta, según señala como posible la MIHR. La ONG subraya que no tienen la plena convicción de que esto fuera así, pero sí denuncian que se trataría de un crimen de guerra ruso. Andrii Yakovliev, abogado y partícipe en el informe, ha defendido que debe investigarse como tal el caso porque según la Convención de Ginebra, los prisioneros de guerra deben estar en lugar seguro y lejos de la zona de hostilidades.
Yakovliev también ha denunciado que Rusia supuestamente no activó el llamado “modo silencio” en el momento del transporte de los prisioneros, es decir, no habría avisado a la parte ucrania de que se produjera un alto el fuego temporal para la llegada del avión. Este “modo silencio” se acuerda regularmente en los intercambios de prisioneros o para las misiones del Organismo Internacional de la Energía Atómica que cruzan mensualmente el frente de guerra en la provincia de Zaporiyia, en el sur de Ucrania, para supervisar la central atómica de Energodar.
Yakovliev ha mencionado, como ejemplo de la posibilidad de un accidente de este tipo, el derribo por parte de las defensas antiaéreas rusas el pasado diciembre de un avión de pasajeros de Azerbaiyán que se dirigía a Chechenia.
Rusia rechazó una investigación internacional independiente de lo sucedido en Bélgorod, además de que aportó escasas pruebas de que armamento ucranio impactara en la aeronave, algo que para los expertos de la MIHR es otra señal de que Moscú oculta algo.
Lágrimas de una madre
En la presentación del informe han tomado la palabra dos familiares de prisioneros que el 24 de enero de 2024 debían regresar a Ucrania. Tanto estas dos personas como la principal responsable del estudio, Tetiana Katrichenko, han subrayado la opacidad y la falta de apoyo que afrontan los familiares por parte del Gobierno ucranio. El momento más tenso de la comparecencia se ha producido cuando Oksana Lozitska ha asegurado entre lloros que está convencida de que su hijo falleció en aquel avión por un misil ucranio. Lozitska ha explicado que aquel día, en el momento de la caída del avión, ella se encontraba en la sede del Centro de Coordinación del Trato a los Prisioneros de Guerra (CH), el organismo gubernamental responsable del intercambio de presos. “De repente vi a aquellos oficiales llorando y entrar en pánico, histéricos. No me dijeron nada, pero mi sensación es que los ucranios derribamos el avión”.
La defensora del Pueblo de Rusia, Tatiana Moskalkova, aseguró el pasado diciembre que los restos de los 65 soldados fallecidos habían sido retornados a Ucrania. Fue por Moskalkova que la opinión pública ucrania se enteró de este dato. El CH no confirmó la noticia, pero se apresuró a comentar que habían iniciado la identificación del ADN de los más de 560 cuerpos de combatientes fallecidos que Rusia trasladó a Ucrania en noviembre.
El informe de la MIHR señala que los científicos supuestamente han identificado por lo menos 50 de los 65 prisioneros están entre los cuerpos retornados. Lozitska y Olena Tailakova dicen sentir indignación porque todavía no han recibido notificación oficial de si su hijo y marido, respectivamente, están entre estos. “Un año después, mi marido continúa oficialmente siendo un prisionero de guerra. No puede ser esta manera con la que nos han tratado las autoridades de nuestro país. No nos quedaremos en silencio, no haremos los que ellos quieran, llegaremos hasta el final para saber qué sucedió”, ha sentenciado Tailakova.
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