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Mentiras "con mucha gracia"

Pocas veces un autor acabó tan directamente integrado, incluso a nivel personal, en su propia capacidad de inventiva como en el caso de Alvaro Cunqueiro. Magistral contador de historias, él mismo acabó formando parte de los cuentos a través de un sinfín de anécdotas cuyo protagonismo se le atribuyó muchas veces sin fundamento alguno.Se cuenta que una vez el escritor fue encargado de acudir a Barajas, en los primeros anos del franquismo, para recibir a una personalidad de segunda fila que llegaba de la Alemania nazi. La pompa y las precauciones de la época hicieron que dispusiera para este menester, de coche oficial y motoristas de escolta.

Como sucedió que el alemán no llegó al aeropuerto madrileño, Cunqueiro se dirigió al chófer y le ordenó: «Vámonos a Mondoñedo». «Pero, señor, si eso está en la provincia de Lugo», le respondió atónito el funcionario. «Si, pero vale la pena el viaje. Allí están celebrando estos días las sanlucas, que es la fiesta patronal». Evidentemente, la anécdota no es real, pero no falta quien crea haber visto los vistosos guardias de escolta entrar por las estrechas rutas de la villa episcopal, cuna del escritor.

Podrían transcribirse docenas de anécdotas tan singulares como la anterior, atribuidas al mismo personaje. Una vez EL PAIS le planteó esta cuestión, hace pocos meses, y él respondió, sonriendo, que «todas esas cosas son mentira, pero tienen mucha gracia». Lo único cierto es que Alvaro Cunqueiro, el más dotado creador de una mitología cultural para Galicia, acabó formando él mismo parte de sus propios mitos.

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