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Interés europeo hacia la iniciativa soviética

Soledad Gallego-Díaz

Los países europeos miembros de la Organización para el Tratado del Atlántico Norte (OTAN) han acogido con «gran interés» las propuestas realiza das por Leónidas Breznev en el curso de la ceremonia oficial de inauguración del XXVI Congreso de su partido. Un destacado diplomático aliado consultado por EL PAIS señaló que en el discurso del líder soviético existían «elementos positivos que indican una voluntad de negociar» y que los europeos pondrían todo su empeño en lograr «condiciones favorables para ese diálogo Este-Oeste». La misma fuente ironizó, sin embargo, sobre la posibilidad de aceptar la moratoria propuesta por la Unión Soviética para la instalación en Europa de los famosos misiles Pershing 2 y Cruise. «Tenemos que negociar, pero desde una posición de igualdad», añadió. Según dicho diplomático, los aliados estarían interesados en dar la máxima amplitud posible al diálogo entre Washington y Moscú, directos interlocutores, pero siempre sobre la base de una auténtica paridad de fuerzas entre ambos bloques.La propuesta de la moratoria podrá causar problemas, sin embargo, en ciertos sectores de la opinión pública de la República Federal de Alemania o de Holanda y Bélgica, los dos únicos paises de la OTAN éstos que aún no han dado «luz verde» a la instalación de los euromisiles.

Desconfianza y recelo

La principal inquietud entre los aliados europeos estriba ahora fundamentalmente en asegurarse que Estados Unidos cumplirá sus compromisos, nuevamente asumidos por el secretario de Estado, Alexander Haig, y aceptará una estrecha colaboración en el seno de la OTAN. Bonn, París, Roma y Londres desean ser estrechamente consultados por sus colegas norteamericanos antes de que Washington dé respuestas formales a las propuestas de Breznev.

Según medios oficiosos de la OTAN, los aliados desearían que, en caso de celebrarse la entrevista entre el presidente norteamericano, Ronald Reagan, y Leónidas Breznev, el «orden del día» de esa reunión fuera preparado en la OTAN.

Desde el punto de vista de los expertos de la Alianza Atlántica, la Unión Soviética atraviesa una grave crisis económica, y sus principales dirigentes son conscientes de que precisan imperiosamente la colaboración técnica y científica de Occidente. Sin esa ayuda, de índole esencialmente tecnológica, los líderes de la URSS tropiezan con problemas económicos de muy difícil solución interna. La posibilidad de una nueva «carrera de armamentos», peligrosa para las economías occidentales, aconseja también a Moscú mantener abierto el diálogo.

Las esperanzas aliadas se centran más en las conversaciones preliminares de Ginebra, conocidas como SALT III, que en una eventual convocatoria especial del Consejo de Seguridad de la ONU.

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