El abogado de Picasso ha firmado ya el documento que permite el traslado de la obra a España
El Gobierno de Madrid puede reclamar el cuadro al Museo de Arte Moderno de Nueva York
Roland Dumas, abogado del pintor español Pablo Picasso, firmó el pasado viernes, día 21, en París, un documento en el que se manifiesta, por primera vez mediante un escrito, por el traslado a España del Guernica y de los bocetos y cuadros asimilados al famoso lienzo. En un documento que Dumas entregó en París al embajador español en misión extraordinaria, Rafael Fernández Quintanilla, el abogado, que se convirtió en albacea de los deseos de Picasso respecto al Guernica, estipula que el citado cuadro y los estudios que le acompañan «sean entregados, sin nuevos retrasos, al Gobierno español». Las autoridades de Madrid estarán así en condiciones de reclamarle al Museo de Arte Moderno de Nueva York (Moma) la obra antedicha, de la que es depositario. Para ello, además del documento de Dumas, el Gobierno español cuenta con otros elementos que prueban su propiedad de la obra.
El calvario de la recuperación del Guernica parece llegar a su desenlace. Antes que nada, es menester anotar sucintamente los aspectos cualitativo y cuantitativo que representa el cuadro. Tal como lo explicó Picasso en el documento fundamental referido al entorno, en posesión de las autoridades de Madrid, el Guernica comprende el cuadro inspirado por el bombardeo de la villa foral vasca, 57 bocetos preparatorios del mismo y varios cuadros inspirados en la polémica e impresionante obra.Todos los críticos y expertos resaltan que el Guernica es un conjunto plástico probablemente único en el mundo, porque permite contemplar, desde el inicio hasta el final, el proceso de creación de una obra maestra. Su valor es incalculable, pero las estimaciones más bajas, en la actualidad, cifran su cuantía económica en 5.000 millones de pesetas.
Hasta ahora, la recuperación del cuadro por parte del Gobierno español no parece ser tan sencilla. Los obstáculos se multiplican, la espera se prolonga y una serie de nuevos acontecimientos aumentan los retrasos; aunque hasta el momento ninguno de estos nuevos hechos pongan en tela de juicio la titularidad del Guernica, que todas las partes implicadas en el caso consideran como resuelta en favor del Estado español, heredero, al correr de los lustros, de la titularidad jurídica que ostentó en su momento el Gobierno de la segunda República española.
Para que pudiera el Gobierno de Madrid reclamarle al Moma la ejecución de la voluntad de Picasso, las autoridades españolas necesitaban la conformidad del abogado del pintor, que éste facilitó el pasado fin de semana.
En efecto, en la carta de Picasso dirigida a Dumas, sobre el destino último del Guernica, hay dos párrafos esenciales: que se «entregue el cuadro cuando las libertades públicas se restablezcan en España». Y la misma misiva añade que «encargo de decirlo (el momento del restablecimiento de las libertades) a Roland Dumas, abogado del Colegio de París».
El documento precitado de Dumas se revela definitivo en consecuencia. A pesar de que, verbalmente, el abogado ya se había manifestado en el mismo sentido, pero nunca lo había confirmado por escrito. Su última declaración se produjo en 1978, tras un viaje a España. Para salir al paso de informaciones en sentido contrario, hizo público un comunicado en el que «aun admitiendo», decía, «que se han realizado progresos» en España, el traslado del Guernica al Museo del Prado, «cuyo principio está admitido, no podrá realizarse antes de que hayan pasado varios años».
Por otro lado, EL PAIS comprobó días pasados, en fuentes autorizadas pertenecientes a antiguos exiliados republicanos residentes en París, que la Embajada de España en esta capital, en 1937, «le entregó a Picasso, pese a su resistencia a aceptarla, una suma de dinero que algunos cifran en 150.000 francos franceses de aquella época». Este dato se estima que le otorgaría a España un título de propiedad indiscutible.
Encargo de la República
A propósito del origen del cuadro, conviene recordar que le fue encargado a Picasso por el Gobierno de la República para colgarlo en el pabellón español de la Exposición Internacional de París de 1937. En ese pabellón hispano también figuraban otros pintores españoles, Joan Miró entre ellos. Cuando fue cerrada la exposición, la Embajada española de París no se hizo cargo del cuadro, debido a las preocupaciones absorbentes que centraban su tarea, como consecuencia de la guerra civil. Fue entonces cuando Picasso lo retiró y, ante los temores crecientes inspirados por la guerra mundial que se avecinaba, decidió depositarlo en el Moma en 1939.
Lo expuesto le confiere a España la posibilidad de urgir el retorno del Guernica. «Pese a ello», según fuentes oficiosas consultadas por EL PAIS, «el Gobierno español desea apurar hasta el limite oportuno la negociación con todas las partes interesadas, esto es, con la familia de Picasso. El Gobierno desea profundamente asociar a los herederos del pintor a ese acto de retorno que debiera simbolizar la reconciliación de todos los españoles en la paz y en la democracia ».
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Paradójicamente, esta actitud de las autoridades de Madrid., es la que, en el momento presente, genera el único obstáculo para que el Guernica emprenda el camino de vuelta. El Moma, por su parte, fundándose en el llamado «derecho moral» de los herederos, está dispuesto a ejecutar la voluntad de Picasso a partir del momento en el que se evidencie el cumplimiento de tal condición. Ese «derecho moral» es el pretexto que invocan algunos de los herederos para obstaculizar el retorno del Guernica. Según el artículo sexto (le la ley francesa del 11 de marzo de 1957, sobre la propiedad literaria y artística, el autor «gozará del derecho al respeto de su nombre, de su calidad de autor y de su obra. Y este derecho, unido a su persona, es perpetuo, inalienable e imprescriptible, y transmisible a los herederos por su muerte». En términos más simples, lo anterior quiere decir que una obra de arte no puede ocultarse, ni mutilarse, ni deformarse, ni exponerse a atentados que pudiesen causar perjuicio a su reputación o al honor del autor. Esta ley francesa se inscribe en el arsenal jurídico sobre las cuestiones artísticas llamado "Convenio de Berna", ratificado por España.
La actitud de los herederos de Picasso, en el momento actual, es la siguiente: su viuda Jacqueline y su nieta Marina le han confirmado debidamente al Gobierno español su deseo decidido de que el Guernica vuelva a España. Los cuatro herederos restantes, en principio son favorables al retorno, pero, la postura negativa de su hija Maya favorece un cierto dilettantismo de los otros tres: los dos hijos de Françoise Gilot, Paloma y Claude, y el hermane, de Marina, Bernard.
Maya estima que las condiciones democráticas que deseaba su padre no se reúnen aún en España. A finales del pasado mes de enero, los herederos se reunieron en Niza, sin que asistiera representante alguno de la Prensa, y Maya afirmó que se inclinaría ante la opción de la mayoría. Pero, a continuación, Claude, que parece ser que influencia a su hermana Paloma y a Bernard, estimó que era deseable la unanimidad de todos los herederos para que el Guernica vuelva a España. De este modo, las reticencias de Maya respecto a la realidad democrática española caucionan demoras de otros familiares que se prestan a interpretaciones equívocas. A juzgar por las confidencias de Maya y de algún otro heredero a los representantes españoles, parece indudable que su actitud se ve reforzada por el tono catastrofista que la Prensa francesa está empleando para analizar la actual crisis política española. Los observadores franceses, en efecto, resaltan los «demonios históricos» que han impedido, y que impedirían hoy, el desarrollo de las libertades en España. Pero en ningún caso consideran el otro aspecto del problema, a saber: que España se ha topado con el escollo del divorcio o del autonomismo porque ha encarado esos problemas, entre otros, propios de una verdadera democracia. Ese alarmismo propagado por los media galos es el que, parece ser, hace dudar a los herederos de la seguridad que debiera garantizar el retorno del Guernica a España, y el fracaso del reciente intento de golpe de Estado echa más leña al fuego.
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