Auto antisacramental

.Eduardo Blanco-Amor, novelista abundante en gallego y en castellano, menos considerado -por el semiolvido del largo exilio- de lo que su obra merece, escribió seis Farsas para títeres, con más ánimo de verlas publicadas que representadas. Una de ellas es Angélica (en el umbral del cielo), que ahora presenta el grupo Zascandil, convertida en musical de bolsillo, para actores.

Angélica, en las puertas del cielo, no acaba de decidirse a entrar en la eternidad; preferiría volver a la vida que abandonó demasiado pronto. No la convence ni Dios.. No es un desplante: es una realidad escénica, porque Dios mismo, y sus arcángeles, tratan de meterla dentro y ella no quiere. Y gana: se enamora de alguien condenado a volver a la Tierra y se va con él, los dos en traje de Adán y Eva.

El diálogo es brillante, con un humor metafísico y teológico, poco respetuoso para con las altas instancias. Un auto-sacramental al revés, donde el amor profano triunfa sobre el amor divino. Está escrito con ligereza irónica y se escucha a gusto.

Zascandillo representa con la ingenuidad y la torpeza de quienes, están aprendiendo, con la ventaja de no tratar de ponerse estupendos, como decía Valle-Inclán: actores y actrices tienen el don de la simpatía, y la ingenuidad y la torpeza forman parte apreciable del espectáculo. José Estruch les ha dirigido -con Enrique Silva, Elvira Sanz y Pilar Francés- teniendo, en cuenta todos estos factores y añadiendo ingenio y recursos donde no había medios. Ha escrito divertidas letras de canciones, a las que ha puesto música -simple, pegadiza, actual- José Nieto.

Un público joven lo pasa bien con el espectáculo, aplaude algunos «inventos» y ovaciona al final.