Un mártir para ETA
Si ante noticias corno el asesínato del ingeniero Ryan podíamos sentir, acongojados, la presión demoinliaca e inexplicable de la realidad desnuda, la muerte del etarra Arregui Izaguirre en el Hospital Penitenciario de Carabanchel debe movernos a pensar que tampoco los fundarnentos morales de nuestra sociedad están del todo limpios.No hace falta ser un lince para suponer las causas de este fallecinilento. Desde la parábola escénica de Buero Vallejo -aquella estremecedora Doble historia del doctor Valmy- hasta el último informe de Amnesty International no nos han faltado recordatorios documenta les de que la tortura sigue ininersa en nuestra cultura del desarrollo.
Lo ocurrido no puede quedar impune. Los responsables, con sus nombres y apellidos, han de salir a la luz pública para que ocupen cuanto antes un lugar en el bestiario al que pertenecen. La democracia se distingue de los demás sistemas por su capacidad de separar la mies de la cizaña.
Tal vez su identidad, su peripecia y biografía proporcionen algunas claves que permitan entender lo sucedido. Si alguien pretendiera tirar por tierra las expectativas de pacificación recientemente abiertas en Euskadi, no podía maquinar una estrategia mejor.
Cada uno de los golpes recibidos por Arregui Izaguirre habrá sido un golpe contra los miles de nacionalistas que, haciendo de tripas corazón, se manifestaron codo con codo con los partidos españoles, en señal de repudio de su infaustamente parida «camada negra»; un golpe contra los diputados socialistas, que ayer mismo tuvieron el coraje de avalar en el Parlamento vasco la ley Antiterrorista; un golpe también contra ese valiente ex etarra, que acaba de denunciar el cerrilismo sanguinario de quienes se resisten a decir, como él, adiós a las armas.
El fascismo anida entre nosotros. Unas veces nos lo encontramos bajo una capucha junto a un diccionario de euskera y otras dentro de un uniforme o con una placa en el bolsillo. Si luchamos contra el fascismo no podemos hacer distingos en función de la coartada que cada vez lo ampare.
ETA estaba contra las cuerdas. Sólo un mártir podía sacarla del apuro. Ya hay quien se lo ha dado. , 14 de febrero
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