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Otras condenas

(...) No valen estas condenaciones, estas repulsas, para nada. De nada han servido en tantas -¿cuántas ya?- ocasiones anteriores. Y para nada van a servir en adelante.Tiempo es, en cambio, para proclamar del modo más rotundo y directo otras condenaciones. La condenación que merecen, muy cumplida y justamente, en primer lugar, los parlamentarios que declaran sus repulsas, algunas de sospechosa ambigüedad, algunas de' pura idiotez, a raíz de cada uno de estos crímenes, pero que no se deciden a afrontar el terrorismo restableciendo la pena de muerte para estos terribles, despiadados, inhumanos delitos. ¿Para qué sus declaraciones condenatorias? ¿Qué resuelven? ¿A quién consuelan? ¿Qué castigo legítimo establecen para el delito? ¿Qué orden jurídico perturbado restauran? ¿Qué convivencia social garantizan? ¿Qué autoridad defienden, qué libertad protegen que no sea la libertad espantosa de los terroristas?

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La «justicia» de ETA

Condenación absoluta y justa merecen también -sin posible atenuación después de tantos asesinatos- todos esos grupos vecinales, esas masas municipales, esas manifestaciones populares que vitorean a los criminales.

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, 8 de febrero

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