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Películas de escasa calidad protagonizan el festival de Nueva Delhi

Un filme búlgaro, favorito en el certamen

, ENVIADO ESPECIAL, Pocos días antes de que concluya este festival de cine, las decisiones del jurado son un misterio. Cierto que todos los presagios apuntan a la película búlgara Los zapatos de cuero del soldado desconocido, de Rangnel Bulchanov, crónica fantástica, situada en los años de la primera guerra mundial, que a muchos recuerda el imaginativo mundo de García Márquez, y que ha supuesto una revitalización de esta aburrida muestra. Pero ya es sintomático que sólo una película parezca acreedora del primer premio.

Aunque caben más sorpresas en el último momento, lo cierto es que el tono medio de este festival, en lo que a la competición se refiere, ha sido más bien bajo. Son tantos los festivales que ahora se celebran en el mundo que resulta imposible que todos convoquen películas de primer orden. En Delhi, las mejores obras se han exhibido en secciones paralelas, donde han podido verse desde el excelente Kagemusha, de Kurosawa, ya premiado en el último festival de Cannes, hasta Apocalypse now, pasando por Prueba de orquesta o Manhattan, también conocidos de otros festivales.La sección competitiva ha mostrado algún título curioso, como I giorni cantati, de Paolo Pietrangeli, donde en relación con la nostalgia de la música política popular de 1968 se muestra la actual frustración de quienes intentaron aquella revuelta, pero más frecuentemente películas de muchísima menos importancia, como, por ejemplo, la holandesa Bodas de plata o la también italiana Buggi bianchi, donde los buenos y blandos sentimientos, que se prolongan incluso a las películas de mayor compromiso político, como la alemana Verano de muchachas, de Michael Verrioeven, o la francesa Charlie bravo, de Claude Bernard-Aubert, que consiguen justamente lo contrario de lo que parecen querer proponerse: la primera no pasa de folletín innocuo ambientado en la Alemania del III Reich, y la segunda, un nuevo Boinas verdes, la hora sobre la guerra de Indochina, más evidente de lo que algunos críticos franceses han reconocido.

Cielo dedicado a Carlos Saura

El interés del festival, por tanto, ha estado en las sesiones paralelas, donde destacaba como curiosidad para los europeos el homenaje a Mrinal Sen. El ciclo dedicado a Carlos Saura ha sido igualmente bien recibido por el público local, aunque no así La vieja memoria, de Jaime Camino, que motivó una de las más feroces y violentas protestas del público, harto ya de cambios en la programación sin previo aviso y de la escasa -o nula- información real sobre lo que iba a ver cada día. La película de Camino -tres horas de entrevistas con algunos de los más destacados personajes de la guerra civil española- no puede interesar a quienes esperan del festival la proyección de películas que cubran los aspectos negados por la censura india o los limitados por la distribución internacional. Aquí no se importan más de cien títulos norteamericanos por año y forzosamente no de los más recientes, sino de los más baratos. Otros cien títulos extranjeros, de los que la mitad corresponden a la Unión Soviética, completan la importación total frente a los casi ochocientos títulos indios por año.Las protestas no se limitaron a La vieja memoria (cuyo equivalente indio tampoco interesaría mucho a los españoles), sino que se extendieron a tantas otras películas, que el director del festival ha tenido que dedicar la primera página del boletín oficial de hoy a tratar de explicar lo ocurrido en cada uno de esos casos.

Hay una sensación de falta de organización general que resulta incómoda, pero también una cierta curiosidad por conocer las decisiones del jurado. Es quizá lo único que puede esperarse en este frío certamen, cuyo máximo interés, como ya se ha dicho varias veces, reside fuera de él. Da pena, por ello, comenzar a hacer las maletas.

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