_
_
_
_

Montaje y desmontaje de un circo ambulante

Declaraciones de Arturo Castilla, Angel Cristo y Miliki

El empresario Arturo Castilla, con cuarenta años de experiencia en la profesión, lo dice sin rodeos: «El desmontaje de un circo ambulante equivale al momento más triste y patético de esta actividad. Cuando el circo se convierte en piezas sueltas, que parecen inútiles y desprovistas de sentido, es como si, de pronto, el circo hubiera dejado de existir para siempre». El domador Angel Cristo precisa: «La operación suele durar de cinco a seis horas, aunque pueden ser más o menos, según las prisas o el temporal reinante». El payaso Mlliki, en fin, no vive en carne propia esa desoladora ceremonia de adioses, pues la televisión es ajena a toda mudanza.

Más información
El transporte circense

Director del Circo Americano y del Circo Price de Madrid, organizador de los festivales internacionales del circo y miembro del comité ejecutivo de la Asociación Mundial del Circo, Arturo Castilla es la persona mejor emplazada para hablar con conocimiento de causa y efecto acerca de este antiguo y grandioso espectáculo. Recientemente clausuraba el X Festival Mundial del Circo en el madrileño Palacio de los Deportes y recibía la medalla de la ciudad de Bruselas por su labor al frente del circo español.El célebre empresario, tras evocar con amargura la atmósfera que impera en todo desmontaje de circo, prefiere deleitarse en el origen de la fiesta: «El momento más alegre y feliz es cuando las caravanas del circo arriban al terreno y se inicia el montaje. Entonces resulta regocijante y maravilloso observar cómo el circo brota de la nada. Los trabajadores, conscientes del valor de su misión y de la fascinación que genera entre el público, llegan a hacer una obra de arte de ese trabajo, resuelto a veces en el increíble espacio de tiempo de dos horas».

El ayer y el presente

La memoria circense acostumbra a resucitar el pasado: «Hace treinta años, montar un circo se hacía en algo más de veinte horas. Viajábamos con diez o doce empleados como máximo. Ahora se hace en dos horas, pero viajamos con sesenta empleados. Han cambiado mucho los tiempos, sí. En consecuencia, el circo necesita renovarse».Esa renovación esbozada no es dable sin contrapartida: «El circo no es puro comercio, sino una tradición que venimos manteniendo a través de los siglos unos cuantos esforzados amantes de su existencia. El espectáculo más antiguo de la Historia no puede convertirse en un cadáver a causa de una simple falta de incomprensión por parte de quienes rigen los destinos de los pueblos».

Rumbo a Africa

En las cercanías de la plaza de Las Ventas, Angel Cristo acaba de desmontar su Circo Ruso. Muchos empleados árabes, hostiles a la cámara fotográfica, han participado en la tarea: «No, no son empleados fijos. Son personas a las que no se les exige ninguna preparación especial ni conocimientos culturales. Realizan trabajos duros, tienen que trasnochar, viajar, vivir lejos de sus casas... Aparecen lo mismo que desaparecen. Y aprenden pronto las labores de montaje y desmontaje. Pero es gente de culo de mal asiento».Entre artistas, técnicos y empleados trabajan en el Circo Ruso unas trescientas personas: «Hay giras en las que es preciso reducir el número. Por ejemplo, ahora, que estamos a punto de salir rumbo a Africa, tras poner a punto un nuevo espectáculo en Móstoles. Pero el núcleo central no puede permitirse descansos prolongados. Cuando llega la primavera, visitamos pueblecitos costeros. En invierno sólo resulta sensato fijarse en grandes ciudades, donde el circo pueda permanecer bastante tiempo».

De todo ese vaivén, Angel Cristo extrae este balance: «El público sigue interesado por el circo, pero éste no es insensible a la crisis general por la que atravesamos».

Para que el circo sobreviva, Angel Cristo le ha propuesto al alcalde de Madrid que le ceda un buen terreno: «A cambio, yo le instalo un circo. Es esencial que esta ciudad no carezca de tan hermoso espectáculo. Ese recinto además puede servir para organizar funciones benéficas. Yo espero la respuesta de Tierno Galván al respecto».

Opiniones de un payaso

Miliki también pregunta: «¿Cómo están ustedes?». Ellos, los payasos de la tele, están, hoy por hoy, al margen de problemáticos montajes y desmontajes: «Nos hallamos siempre inmersos en la grabación de programas televisivos. De los 39 programados, hemos grabado dieciséis. Nos dan mucho trabajo. Pero vale la pena trabajar, pues vemos cómo nace en los niños el amor por el circo».Miliki pertenece a la séptima generación de una familia entregada en cuerpo y alma al circo: «El momento actual es muy difícil. Se ha perdido mucho lo clásico del payaso, se improvisa en exceso, se prescinde de cosas básicas. En realidad, antes se actuaba en mejores condiciones. El Circo Price o el Cirque d'Hiver eran bomboneras donde poco más de mil personas podían percibir la mímica de unos payasos que no necesitaban micrófono. Ahora, disminuidos en el interior de enormes pabellones, se pierde la comunicación. Por eso, a nosotros nos interesa tanto la televisión, donde uno puede reutilizar los gestos perdidos. En un gran pabellón, hasta Marcel Marceau fracasa».

El porvenir acecha: «Las autoridades tienen que cambiar su actitud si quieren que el circo perviva. No se puede pedir por un terreno la cifra de tres o cuatro millones de pesetas para actuar solamente diez días».

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_