O es verdad
Matilde está encerrada en una mazmorra -lóbrega, húmeda- desde hace años. Delira. Conversa con enormes ratas, y con santa Teresa. Dialoga con su hermana Manuela, que la lleva de comer, y en este punto la obra Es mentira, de Jesús Campos, comienza a hacerse deliberadamente insegura. Ya no se sabe si la hermana es un ser real o un fruto del delirio; sobre todo, cuando al aparecer de cuerpo entero vemos que tiene una mitad inferior de rata, y luego se transforma en gu.ardián de la prisión, a la que descienden el juez, el cura, el pelotón de ejecución -todos medio ratas- y fusilan a Matilde, acusada de la muerte de su hermana (¿muerta?, ¿rata?, ¿guardián?, ¿delirio?); ejecutada, toma la figura de un crucificado a cuyos pies se postra, en adoración, santa Teresa.Corresponde a lo que se llama «obra abierta», que deja al espectador la capacidad de interpretar, e incluso la de aceptar sin interpretar los equívocos de aquello que ve - la línea que empezó Pirandello -el título Es mentira es pirandelliano- y que ya se ha llevado muy lejos. El espectador no siempre lo agradece; últimamente parece haber un movimiento de público por el que se prefiere el autor comprometido y definido. La libertad de pensar pertenece siempre al espectador, sin que necesite que se la concedan desde el escenario. Con este juego, y algo de existencialismo, de encierro del ser humano en los límites del tiempo y el espacio, Jesús Campos llega a su intención: el homenaje al prisionero, al torturado y al ajusticiado; al mártir. Con un cierto regreso a un cristianismo primitivo.
Es mentira
Texto, escenografía y dirección de Jesús Campos García. Intérpretes: Maite Brik, Victoria Rodríguez, Lola Pons, Gloria Vergara, Nuria Clemente, Onofre Fraile, Félix García y Elisa Montés, Teatro Lavapiés.
El texto tiene siempre la facilidad que, se permiten los autores cuando su personaje desvaría y no hace falta recurrir a la lógica de la situación, a la coherencia del lenguaje. Algunas veces se aprieta más, como en la primera conversación de las dos hermanas: y se ve que Jesús Campos tiene esa capacidad de ceñirse a las situaciones concretas.
Maite Brik interpreta de manera excelente el personaje principal: muchas veces sobreactúa, pero se comprende por la situación límite en que se encuentra su criatura. Victoria Rodríguez acierta al emplear todo su oficio en la situaciónt de realidad con que comparece, y Elisa Montés da con el tono justo a la aparición de santa Teresa. La mímica de las tres ratas -Lola Pons, Gloria Vergara, Nuria Clementees adecuada. Los otros dos papeles son tan cortos -Félix García, Onofre Fraile- que no inspiran ningún comentario.
La creación del espacio escénico y la dirección son del propio Jesús Campos, y responden muy bien a la tensión de la obra.
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