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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Las cosas sosas de Fernando Esteso

La madrileña sala de Florida Park acaba de presentar Las cosas de Fernando Esteso, espectáculo cómico que permanecerá en cartel hasta el próximo 15 de enero. El conocido humorista compone su show a base de insulsas intervenciones, pretendidamente chistosas, entre las cuales introduce, por fortuna, atinadas imitaciones de cantantes famosos.Regordete y vestido de azul, sonriente y con sombrero mexicano en mano, Esteso empieza por cantar: «Yo soy Juan el Chaparrito,/valiente como un chacal,/y a quien me presente cara/yo le pego una guantá». El burriqueo cómplice del respetable es automático. Crecido ante la acogida, el cómico abre el grifo de las ocurrencias, celebra con risa de conejo histérico sus propias gracias, despedaza las menudencias como si narrara la batalla de Trafalgar.

Esteso naufraga, por zafiedad y melonada, en el terreno de lo chistoso. Rozá la actualidad burdamente: Adolfo Suárez, Felipe González, Abril Martorell, Jomeini, Reagan, Jesús Hermida, el Papa... Sus alusiones, catapultadas por los tópicos más sobados, alcanzan a menudo la vileza del supuesto sentido común.

Menos mal que Fernando Esteso tiene una muletilla salvadora: «Más vale que cante». Ese es, desde luego, otro cantar. Su imitación de Dyango, presente en la sala, fue un prodigio de vampirismo, chupado y bien chupado. A Joan Manuel Serrat lo clava en las profundidades del Mediterráneo. Julio Iglesias (Hey!) es triturado con malicia extrema. Forzoso es reconocer que la parodia de Raphael (Como yo te amo) se acerca al homenaje ilimitado. Nino Bravo resucita y Alberto Cortez recobra vida.

Menos asombroso resulta el humorista en el papel de El Niño de los Nervios. Y una imitación totalmente fallida es la que intenta con Manolo Escobar. De todas formas, queda claro que Esteso tiene el raro don de imitar con pertinencia a los demás. El problema grave se plantea cuando pretende sacarle chispas a su propia nada.

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