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Homenajes a Robert Musil en el centenario de su nacimiento

Actos en Madrid y Barcelona sobre el autor de "Las tribulaciones del joven Törless"

El pasado jueves, 6 de noviembre, se cumplieron los cien años del nacimiento del gran escritor austriaco Robert Musil, el autor de la novela El hombre sin atributos, considerada como una de las grandes narraciones del siglo XX. Musil nació en un pueblecito austriaco y falleció en el, exilio, en Suiza, 62 años después, en plena segunda guerra mundial. El cine ha hecho famosa también otra de sus obras, Las tribulaciones del estudiante TörIess, que constituyó uno de los primeros éxitos del nuevo cine alemán contemporáneo.

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Del éxito, al exilio y al olvido

Los próximos días 17 y 18, en Barcelona, y 20 y 21, en Madrid, se celebrarán sesiones de homenaje a Robert Musil, organizadas por la Embajada de Austria en España y la Editorial Seix Barral, editora de las obras del escritor en nuestro país. En estas sesiones intervendrán Josep María Castellet, Felíu Formosa, Lluis Izquierdo, Jordi Llovet y José María Valverde, en Barcelona; el duque de Alba, Juan Benet, Rafael Conte, Javier Marías, Enrique Tierno Galván, Gonzalo Torrente Ballester y F. Pérez Varas, en Madrid; y por parte extranjera, en ambas ciudades, Norbert Griesmayer, Alfred Focke, Adolf Frisé y Walter Weiss.La obra del gran escritor austríaco Robert Musil, de cuyo nacimiento se cumple ahora el centenario, ha tardado en llegar a España entre treinta y cincuenta años; bien es verdad que este retraso no ha sido el acostumbrado privilegio hispánico. Cuando Musil falleció, en Ginebra, el 15 de abril de 1942, en medio de la segunda guerra mundial, sólo ocho amigos asistieron a sus funerales. El escritor contaba 62 años de edad, vivía en el exilio de la Suiza neutral desde que HitIer se anexionó Austria, y dejaba inconclusa su obra fundamental, El hombre sin cualidades (o sin atributos, según ha preferido la traducción española).

La gran obra de Musil, que posiblemente estaba destinada a no ser nunca concluida, según algunos especialistas, es, la magna summa testifical del derrumbamiento del antiguo régimen, de la ruina fundamental que Occidente experimentó en la primera guerra mundial. Uno de los centros neurálgicos de aquella civilización que desapareció en el primer gran conflicto fue la Viena imperial.

De la primera derrota en 1918, a la definitiva, que llegaría en 1938 con el AnchIuss, una serie de escritores de primera fila se dieron cita en los escenarios del antiguo imperio de los Habsburgo: Hermann Broch, otro reciente rescatado, Arthur Schnitzler. Joseph Roth, Karl Kraus, Stefan Zweig (el único que alcanzó el triunfo universal, pero cuyo testimonio perseguido acabó en un trágico suicidio), Manes Sperber, Robert Musil. En los aledaños se movían otros, como los checos Rilke y Kafka y el búlgaro Elías Canetti (cuyo Auto de Fe se acaba de publicar en España hace unos meses), y todo ello sin contar la nueva música de Webern, la escuela lingüística del círculo de Viena o la figura fugitiva de Wingenstein. Los testimonios sobre el gran derrumbamiento han sido excepcionales, como si una gran sinfonía de arte y pensamiento despidiera al viejo mundo en medio del estrépito, el ruido y el furor.

Retraso

El enorme retraso en acceder a esta obra, que hoy se alinea al lado de las más renovadoras en la literatura de este siglo, juntando el nombre de Musil a los de Joyce, Kafka, Proust, Broch o Kaulkner, ha sido general. Sus obras completas no lo son todavía, pues, hasta en su idioma original, los Diarios se publicaron en 1976, y la Correspondencia, en 1980. Y según las últimas investigaciones, el orden primero que se impuso al material póstumo, inédito e inacabado de El hombre sin atributos era incorrecto y ha habido que revisarlo. En España todavía falta por publicarse todo este material inacabado, pues la edición de esta novela, en tres volúmenes (Seix Barral-, 1968-1973), sólo recoge el texto publicado en vida del escritor.

En realidad, en España sólo el Törless ha alcanzado un éxito relativo, merced a sus características -una obra no muy larga, clara, dentro de su densidad y que ha lle g ado a editarse en bolsillo-, y a la película de Volker Schlöendorff. Pero aquella historia de formación, donde el mundo de los adolescentes, sadomasoquista y complejo, es descrito con rigurosa sutileza, así como los retratos de Tres mujeres o los textos recientes Prepóstumos (Icaria, Editorial; 1980) no son más que esbozos y ensayos de lo que será -o hubiera debido ser- el gran testimonio cósmico de El hombre sin atributos.

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