Torner habla de la escultura que ganó el concurso del Retiro
El artista conquense Gustavo Torner (1925), ganador del Primer Certamen de Escultura al Aire Libre, organizado por la Delegación de Cultura del Ayuntamiento de Madrid, considera que este galardón recae sobre la zona supuestamente menos conocida de su quehacer artístico, si bien sus obras escultóricas se hallan diseminadas por toda la geografía española. La escultura premiada con un millón de pesetas, La rectitud de las cosas, es, a juicio de su autor, una mezcla armoniosa de audacia y pudor.El pasado sábado, día en que se fallaba el premio del Primer Certamen de Escultura al Aire Libre, se fue Gustavo Torner a la antigua Casa de Fieras del Retiro. Contempló allí las esculturas y observó que no había casi nadie en el recinto del certamen. Alguien le dijo que su obra había obtenido el primer premio. Pensó que el acto había terminado y se marchó a comprar almendras. Luego le dijeron que el premio lo había obtenido una escultura de una mujer con un globito. El artista, desconcertado, se puso a corrier almendras. Mientras tanto, se celebraba el acto de entrega de trofeos. Gustavo Torner se enteró luego por la Prensa.
La obra premiad.a es la culminación de una serie de treinta, realizadas mientras preparaba los decorados y los figurines para El poeta, la ópera de Moreno Torroba, recientemente estrenada. El material empleado en la misma es acero pardo, que se oxida, naturalmente. Mide 3,80 x 3,50 x 2,50. Su interés máximo reside en el fertil caos que se organiza por medio de ángulos rectos: «Sí, es curioso ver cómo con elementos tan esquemáticos y tan primarios puede lograrse una riqueza tal de planos». Le importa a Torner mucho el ritmo, las sorpresas rítmicas que se esconden en cada escultura de Giovanni Pisano, la articulación de los griegos para lograr que cada parte del cuerpo fuese anticipo y conclusión de todas las restantes.
La audacia y el poder
La obra pictórica de Gustavo Torner goza de general estima. Su labor en el Museo de Arte Abstracto Español de Cuenca es ampliamente conocida. Y nadie deja de reconocer su labor como asesor artístico de la Fundación March. Pero tiende a« olvidarse lo más evidente, su aportación en el ámbito callejero mediante esculturas de elegancia extrema. Obras como Tiempo inmóvil (homenaje a Ellot). Música callada (homenaje a san Juan de la Cruz), Reflexiones, Nostalgia, Plaza-Escultura (en recuerdo del plano del emperador transcrito por Borges), Caos-Cosmos, Laberinto y En recuerdo de Parménides son algunas de las realizaciones que, a diario, contemplan los habitantes de Layos (Toledo), Caldas de Oviedo (Asturias), Somosaguas (Madrid), Alicante, Madrid, Santa Cruz de Tenerife y Palma de Mallorca.Sobre estas creaciones al aire libre, a las que hay que añadir la policromía de fachadas en Mejorada del Campo (Madrid), reflexiona Torner: «Cuando voy de viaje, lo que más me emociona son las calles. De lo que más disfruto es de ver una ciudad urbanísticamente correcta, aunque soy consciente, por supuesto, de que las esculturas no arreglan por su propia cuenta las calles. Pero me interesa más ese espacio que el del museo».
Declara el escultor su fidelidad a la máxima heraclitiana de que más vale la armonía encubierta que la descubierta. Y añade: «Me gusta que la audacia se mezcle con el pudor».
Sabedor de que las cosas son lo que son, pero no lo parecen, Torner quisiera que su obra dejase traslucir el misterio: «Digo misterio, no absurdo».
El mismo tema de la escultura premiada lo está llevando su creador al terreno de la pintura: «Son cuadros muy alargados, donde conviven los rectángulos y los cuadrados. Tienen algo de estructura bélica, con su avanzadilla, su retaguardia y un terreno de nadie».
Con manos pensativas, escribe Torner: «Realmente desconozco qué fuerza nos impulsa a estos menesteres a todos los que dedicamos nuestro quehacer a ese mundo tan raro del arte, que ni siquiera sabemos de verdad lo que es ni en lo que consiste, que nos da algunas satisfacciones, pero nos exige continuas renuncias».
«Quizá la posibilidad, mejor que otras, de encontrarnos con nosotros mismos. O de entender mejor el mundo que nos rodea y que queremos integrar en nuestra vida, en nuestro mundo interior».
Relee lo escrito. Escucha música. Ve la televisión sin sonido. Ojea las láminas de un libro raro. Y sigue comiendo almendras.
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