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La República Democrática Alemana teme el contagio del sindicalismo polaco

A partir de hoy, los ciudadanos de la República Democrática Alemana (RDA) que deseen visitar privadamente Polonia, y los polacos que quieran hacer lo propio en la RDA, tendrán que presentar previamente a la policía germano-oriental un justificante de haber sido invitados por algún familiar, amigo o conocido.

Desde que, hace ocho años, los Gobiernos de Varsovia y Berlín impusieron una amplia liberalización en los trámites fronterizos, esta medida, «acordada a instancias de Berlín» con el Gobierno polaco, plantea serios obstáculos para los contactos entre ambos países.Para Estados Unidos, la decisión de la RDA es «deplorable y constituye una violación, del Acta Final de los acuerdos de Helsinki», según comentó, en Washington, un portavoz del Departamento de Estado.

No es la primera vez que se contraviene el espíritu del acuerdo de amistad ratificado en 1977 por Erich Honecker, jefe del Partido Socialista Unificado de la RDA, y Edvard Gierek, jefe entonces del Partid'o Obrero Unificado Polaco. Al año de simplificar los trámites fronterizos, Alemania Oriental decidió imponer a los visitantes polacos la obligación de comprar en la frontera un mínimo de treinta marcos orientales por cada día de estancia en la RDA y de abonar un canon por consumo de gasolina.

Fuertes restricciones

Las restricciones fueron ampliándose, progresivamente, a otros aspectos: los polacos, buenos consumidores si se comparan con los alemanes del Este, «dejaban las tiendas vacías», según comentan los ciudadanos de la Alemania socialista.

Por ello, el Gobierno de Berlín decidió, en 1973, prohibir la «exportación privada» a Polonia de algunos productos, tales como prendas de trabajo y magnetófonos. Posteriormente, se intensificó el control del cambio de dinero en el mercado negro, a través del cual, los polacos gastaban sus reservas particulares de divisas occidentales fuertes en comprar más barato en la RDA.

Sin embargo, existen otras razones políticas que otorgan a la decisión que hoy entra en vigor una mayor trascendencia. El proceso de estabilización económica de Polonia, apoyado por Moscú, para frenar la corriente reivindicatoria de los nuevos sindicatos de Lech Walessa, ha comprometido ya seriamente a otros países del área.

Alemania Oriental se ha visto obligada a enviar a Polonia 100.000 toneladas de centeno, 1.500 de pollos, 1.000 de mantequilla, 100 de alimentos infantiles, entre otros productos básicos. Ello significa un gran esfuerzo para la RDA -y un notable sacrificio de los alemanes orientales en favor de los polacken, un adjetivo despectivo para calificar a sus vecinos del Este. A cambio, la RDA importa influencia subversiva: durante el año pasado, visitaron Alemania Oriental 5,5 millones de polacos, y Polonlal- 3,5 millones de alemanes. En los últlmos ocho años, cincuenta millones de alemanes del Este se han trasladado a Polonia; en los últimos meses, sobre todo, intelectuales y obreros interesados en comprobar directamente los cambios operados en la escena político-social de este país.

Para cruzar la «frontera de la paz», como se califica oficialmente a los límites entre los dos países, bastaba hasta ahora el pasaporte o el carné de identidad. Todavía en mayo pasado eljefe del Gobierno de la RDA, Willi Stoph, y su colega polaco de entonces, Edvard Babluch, reafirmaron su voluntad de que los ríos Oder y Neisse marcaran definitivamente la frontera entre ambos países (que Occidente considera aún provisional).

El Pacto de Varsovia, al fondo

Sin embargo, este reconocimiento geopolítico no es incompatible con una imaginaria intervención militar del Pacto de Varsovia en los asuntos polacos. La RDA ha recalcado su interés en que reine en Polonia una situaclón estable. Algo similar han repetido en los últimos días los partidos checoslovaco, húngaro, rumano y soviético, que ven en la marcha ascendente de la confederación sindical Solidaridad un fermento de antisocialismo.

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