Cuando los tiburones son policías
Steven Spielberg es, sin duda, uno de los realizadores- estrella más brillantes de la joven generación del cine norteamericano. Su nombre se une indefectiblemente a los de Coppola, Lucas, Cimino o Martin Scorsese, es decir, a los de esos realizadores-productores, de estudios universitarios, que hace tiempo se han convertido en los nuevos señores del imperio. Loca evasión (The Sugarland express), que ahora se estrena en Madrid, es previa a las películas más famosas de su joven director, Tiburón, Encuentros en la tercera fase y 1941, y, sin embargo, contiene ya buena parte de los ingredientes típicos de su quehacer cinematográfico: acción trepidante, montaje más trepidante y ese concepto del cine como espectáculo, pese a recurrir a los tópicos tradicionales de la narrativa.Lo que Spielberg pretende no es otra cosa que entretener al espectador. Nada más lejos de sus intenciones que utilizar el cine como método de análisis de ninguna realidad. Quiere contar una historia en la que nadie se remueva en la butaca, aburrido de lo que ve o decidido a buscar la salida redentora. Y para ello no dudará en utilizar los numerosos recursos -económicos y narrativos- de la ya amplia tradición cinematográfica estadounidense: personajes secundarios interesantes, un poco de suspense, algo de sentimentalismo, lo que sea con tal de que el espectador nose salga.
Loca evasión
Director: Steven SpielbergIntérpretes: Goldie Hawn, Ben Johnson, Michael Sacks y William Atherton. Local de estreno: Cine Arlequín.
En Loca evasión, de la que no sabemos nada -ni siquiera la fecha de rodaje-, surgen dos nombres importantes en la producción: Zanuck y Brown, los mismos que después le producitán Tiburón, y que coinciden absolutamente con ese concepto del cine del que Spielberg es uno de sus abariderados. Y la película lo nota. Si esta es la ópera prima de un loco por el cine, es, sin duda, también una superproducción como pocos realizadores europeos, ya consagrados, pueden siquiera imaginar. Si el director necesita coches de policía para rodar unas secuencias, tendrá cien coches de policía y algún helicóptero. Si necesita coches para destrozar, dispondrá de los que quiera, y así se consigue un espectáculo digno de llevar tal nombre. Bueno, así y con talento para contarlo, como es el caso de Spielberg. Estrenada en un local teatral, reconvertido desde hace poco en cine, es probable que la película pase inadvertida; sin embargo, es una brillante realización de un joven que empezaba y que, poco después, conseguiría, con menos de treinta años de edad, uno de los sueños típicamente americanos: recaudaciones taquilleras salviajes, gracias a un tiburón, o a un platillo volante, o a lo que sea.
Loca evasión se inscribe, pues, en esa amplia tradición -casi género- que son las «películas de carretera», entre las que destacan como obras maestras el Punto límite cero, con guión de Guillermo Cabrera Infante, y Carretera asfaltada en dos direcciones, de Monte Hellman.
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