Un "cóctel" explosivo de elementos religiosos, étnicos, políticos y económicos

País dividido entre la tradición y la modernidad, entre la europeización y la islamización, Turquía ha venido sufriendo un lento deterioro de su situación política y económica como consecuencia de la acentuación de una serie de problemas, que en algunos casos tienen orígenes históricos remotos y que han vuelto a desentemr la imagen del hombre enfermo de Europa».Expuesta a las presiones de los dos grandes por su posición geográfica, la explosión iraní hizo temer el contagio islámico en la zona, teniendo en cuenta las rivalidades tradicionales entre sunnitas, mayoritarios en Turquía, y alevitas, de fidelidad chiita. Junto a las tensiones religiosas, las étnicas siguen siendo un factor de importancia primordial. La población kurda, evaluada en unos siete millones, de un total de 44 millones de habitantes, protagonizó dos grandes levantamientos en 1925 y 1932. En la actualidad, las divisiones internas -se han contado hasta nueve grupos rivales- parecen disminuir el peligro de secesión kurda-, sin embargo, los acontecimientos interiores y exteriores determinaron la aplicación de la ley marcial a las provincias del Sureste y a la frontera con Irak y con Irán.

La violencia política ha llegado a alcanzar límites insoportables: 2.444 muertos y casi 10.000 heridos durante los veintidós meses de Gobierno Ecevit. Los continuos estados de excepción han ido atribuyendo un papel, creciente al Ejército, que ya en dos ocasiones, 1960 y 1971, había interrumpido el ejercicio de la vida política.

Crisis del modelo económico

Por otra parte, en el terreno económico, el modelo de modernización forzada, iniciado por Mustafa Kernal, parece haber entrado en una crisis absoluta. Después de una euforia desarrollista iniciada en la década de los cincuenta con el Gobierno de Adnan Menderes, empezaron a detectarse fallos graves en la planificación de las inversiones y surgieron escándalos financieros. La mecanización agrícola liberó una mano de obra rural abundante, que, en un principio, pasó a engrosar las filas de la emigración exterior, pero que, desde 1974, ha venido a aumentar un paro que, en la actualidad, se cifra en un 20%. Al mismo tiempo, las limitaciones de los europeos a la mano de obra extranjera han disminuido sustancialmente una de las formas tradicionales de equilibrio de la balanza de pagos: las remesas de los emigrantes.La llegada al poder, en enero de 1978, de BuIent Ecevit, líder del Partido Republicano del Pueblo, de tendencia socialdemócrata, despertó nuevas esperanzas. De hecho, su política económica se limitó a acelerar la industrialización, aprovechando los préstamos que, en función de su situación estratégica, le facilitaban los países occidentales a través del Fondo Monetario Internacional.