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Un diplomático de nacionalidad siria, en el origen del secuestro del imán Mussa Sadr

Un diplomático de nacionalidad siria, que cuenta 55 años y desempeña en Suiza un cometido oficial para un país árabe, planeó, junto al jefe de los servicios secretos de Libia, Mustafá Karroumi, y los dirigentes de la Saika palestina prosiria, el secuestro en Trípoli del imán de los chiitas libaneses, Mussa Sadr. Este hombre es de obediencia sunnita, según supo EL PAÍS de fuentes solventes.

Alrededor del día 20 de julio de 1978, este diplomático, muy vinculado inicialmente al nasserismo, celebró una reunión en un restaurante de la localidad alpina francesa de Annecy, próxima a la frontera suiza, en la que se encontraba presente Jean Jacques Delaporte, actualmente detenido en Argel, jefe de operaciones de la Saika que protagonizó, según las fuentes consultadas por EL PAÍS, el secuestro de Mussa Sadr.Este diplomático, que fue ministro de la República Arabe Unida durante la fusión sirio-egipcia, y que actualmente es una persona muy conocida en medios internacionales y árabes en Suiza, estuvo al día de la operación que culminó con el secuestro del imán Mussa Sadr.

Viraje político

Por otra parte, y siempre según estas fuentes, el asesinato del jefe de la Saika palestina pro-siria, Zuer Moshen, en el ascensor de su casa de Cannes, cerca de Niza, en julio de 1979, no fue obra de los servicios secretos israelíes o egipcios, como se dijo en un principio, sino que obedeció al giro político iniciado por el propio Moshen, a consecuencia de los enfrentamientos en la región de asentamientos palestinos de Tel-al-Zaatar, en Líbano,

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En estos acontecimientos, el Ejército sirio se sirvió de la rama pro-siria Saika para hostigar al núcleo principal de la resistencia palestina, polarizado ya desde entonces en torno a la organización Al Fatah, muy próxima a Yasir Arafat. El número de muertos registrado en aquellos enfrentamientos, entre 1976 y 1977, superó la cifra de 9.000. Las hostilidades cesaron a consecuencia de un desembarco de refuerzos, que ayudaron a Yasir Arafat a contener los ataques de la Saika y del Ejército sirio.

Fue durante estos enfrentamientos, precisamente, cuando el ciudadano y ex militar francés Jean Jacques Delaporte fue detenido por la organización Al Fatah, enfrentada abiertamente a la Saika, cuya rama militar estaba bajo las órdenes de Delaporte. Según las mismas fuentes, Delaporte, fue posteriormente canjeado por cien militantes de Al Fatah.

A consecuencia del desenlace de los enfrentamientos de Tel-al-Zaatar, que perjudicó en su conjunto a la resistencia palestina, pero consolidó el liderazgo de Yasir Arafat, Zuer Moshen, a la sazón jefe de la Saika pro-siria, inició un viraje político de aproximación a Arafat, para recuperar realmente el poder que titularmente esgrimía dentro de la OLP, pero que en la práctica se había reducido enormemente. Zuer Moshen era entonces jefe del departamento militar de la OLP, y su acercameinto a Arafat fue mal visto desde Trípoli y Damasco.

Además, a consecuencia de la gran matanza registrada entre la resistencia palestina en los enfrentamientos de Tel-al-Zaatar, se produjo un amplio éxodo de palestinos hacia la zona sur de Líbano, donde el imán Sadr mantenía un amplio poder y ascendiente sobre los pobladores chiitas de la zona.

El imán Sadr creó en la zona sur de Líbano una organización denominada Mahrrournine (Los oprimidos), para proteger a estos refugiados. Sadr decretó una huelga de hambre general para protestar contra la ofensiva siria y de la Saika.

Sin embargo, fueron las presiones ejercidas desde Damasco sobre Sadr las que determinaron que el imán de los chiitas libaneses acudiera a los actos conmemorativos del aniversario de la revolución libia en Trípoli, durante los cuales se produjo su secuestro.

El líder Arafat acusó directamente al coronel Gadafi de instigar el secuestro, que constituyó el principio de la abierta ruptura entre el régimen libio y Al Fatah.

La complejidad que se registra entre las distintas fracciones de la resistencia palestina, por sus distinciones ideológicas, sus diferentes modelos de concebir la lucha contra Israel y por sus a veces abiertamente enfrentadas obediencias a distintos Estados árabes, contribuye a complejizar todavía más las razones profundas que explican el secuestro del imán Mussa Sadr. Asimismo, y en ocasiones por encima de cualquier otra causa, las rivalidades personales dentro de la OLP, han determinado buena parte del rumbo de los acontecimientos, utilizados a su favor por Israel o por potencias occidentales para mermar la resistencia palestina y el apoyo de los Estados árabes a ella.

Algunas de las principales incógnitas dentro de las conductas políticas y de las alianzas de Estados u organizaciones árabes comenzarían a explicarse a través de estos antagonismos. Además, los apoyos financieros contribuyen a aclarar la explicación de estas alianzas, produciendo vinculaciones donde la afinidad ideológica no existe, o desconexiones, donde la afinidad resulta patente.

A todo ello se agregan las mixtificaciones de los servicios secretos de los países de la zona, de las potencias europeas y de las grandes potencias, cuyos intereses en Oriente Próximo son muy poderosos.

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