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González Seara: "La ciencia no es neutral"

«Es preciso proyectar un futuro que la ciencia y la tecnología nos propician y nos facilitan. Hemos de desmitifícar los supuestos valores neutros de la ciencia y la tecnología para crear un marco de relaciones internacionales, donde los pueblos busquen su realización y su libertad», dijo González Seara, ministro español de Investigaciones y Universidades, durante su intervención en el foro europeo, que se celebra en la ciudad tirolesa de Alpbach, sobre «Consecuencias del progreso».

«Hasta hace pocos años», prosiguió el señor Seara, «los objetivos de la planificación científica y tecnológica venían dados por la concepción lineal del desarrollo económico que prevalecía. La política científica, por tanto, no seleccionaba sus objetivos últimos, limitándose a definir prioridades instrumentales respecto a aquéllos. En otras palabras, por política científica se entendía la táctica elegida para alcanzar fines prefijados. Cuando estos fines comienzan a ser cuestionados, el ámbito de la política científica debe, cambiar. Y, al hacerlo, sus instrumentos conceptuales deben modificarse también: las relaciones entre el desarrollo y la ciencia y la técnica empiezan a aparecer como fenómenos más complejos que los supuestos en las concepciones lineales del crecimiento económico».El ministro español de Universidades e Investigación señaló que los romanos ya conocían «la potencia motriz del vapor», pero la empleaban para hacer juguetes y no para sustituir la fuerza humana de las fábricas. «Los chinos conocían la imprenta de caracteres móviles», dijo, «mucho antes que Gutenberg la inventara, pero no la empleaban para hacer grandes ediciones, sino para reproducir fielmente los textos a los que tenían acceso limitado los funcionarios del emperador; y conocían la pólvora y la brújula, pero no fabricaban cañones ni se lanzaron a explorar el mundo. Los trabajos de Needhan sobre la historia de las ciencias y de las técnicas en China son reveladores para un buen entendimiento de las relaciones entre la investigación científica y el desarrollo económico y social. Estas relaciones son de una gran complejidad y no permiten admitir que el conocimiento científico se traduzca automática y ciegamente en nuevas técnicas, ni que éstas se apliquen con la misma ceguera a la producción de bienes y servicios. Porque la tecnología, como decía Dorf, "es ciencia más finalidad"».

Consecuencias de la tecnología

Según declaró el señor Seara, «la política científica, en sentido amplio, debe ir más allá de la mera planificación de una investigación científica y técnica con fines establecidos, para plantear y discutir las consecuencias de la aplicación tecnológica de la aplicación de los conocimientos y de las decisiones tecnológicas. Como es natural, la cuestión se plantea de modo distinto, según los sistemas políticos».«Es evidente», indicó también el ministro español, «que las políticas científicas están sometidas a los condicionamientos impuestos por los dos grandes ejes de conflictos políticos y militares: el Este-Oeste y el Norte-Sur. Ninguna nación puede hacer abstracción de las fuerzas en presencia al elaborar su política científica. Todos los países consagran a la defensa nacional un esfuerzo importante, por muy pacifistas que sean sus Gobierno. Y bien conocido es lo elevado del porcentaje del gasto mundial en investigación de desarrollo absorbido por los imperativos de la guerra. Otro tipo de desarrollo económico y otra tecnología, otra ciencia y otras técnicas sólo podrán emerger si la política científica parte de ese contexto político y militar».

«Lo decisivo», concluyó Luis González Seara, «es saber cómo se puede alcanzar la eficiencia económica y la justicia social dentro de unas condiciones aceptables de libertad política. Si no tenemos ese telón de fondo y sólo pensamos en el producto nacional bruto y en el desarrollo tecnológico, no podremos llegar a nada positivo en la búsqueda de un nuevo orden económico internacional. Y de poco nos servirán reuniones como esta, aunque se pongan bajo los auspicios del sagrado nombre de la ciencia».

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