Justo S. Alarcón: "A la cultura chicana ya se la respeta en Estados Unidos"
Entrevista con el editor de "La Palabra"
En estos días, la cultura chicana ha tenido un embajador en nuestro país. Justo S. Alarcón, nacido en Ronda (España) y profesor de literatura chicana en la Universidad norteamericana de Arizona desde 1960, aprovechó unas cortas vacaciones en España para dar a conocer la revista literaria La Palabra de la que él es fundador, y explicar los pormenores de un movimiento cultural de raíces hispanas que, desde la última década, ha experimentado un gran auge en Norteamérica.
Los chicanos tienen una presencia importante en el suroeste de Estados Unidos. El resto de los llamados hispanos reside mayoritariamente en Nueva York y Chicago -los de origen puertorriqueño- o en Florida (los cubanos). Suponen aproximadamente el 10% de la población norteamericana.La palabra chicano, abreviatura deformada de mexicano, se ha desprendido del matiz despectivo empleado en Estados Unidos para pasar a ser la denominación de todo un fenómeno cultural, que ya cuenta con diversas figuras en los campos de las artes y las letras. Una universidad cuenta con un rector chicano, y en otras -sobre todo Berkeley, Ucla y Stanford- se ofrecen especialidades en estudios chicanos. Por otra parte, desde hace más de diez años, vienen publicándose libros de texto que divulgan los detalles de esta cultura pujante, a la que ya se respeta.
Pregunta. ¿Qué orígenes tiene el fenómeno cultural chicano?
Respuesta. Puede decirse que la presencia chicana en Estados Unidos adquirió identidad en 1848, pero la conciencia existente ahora se fraguó en 1962, gracias al movimiento campesino-obrero de César Chaves. En el aspecto estrictamente literario, desde aquella época de los sesenta, empezaron a surgir publicaciones de expresión chicana. Revistas polifacéticas, de contenido general, como Aztlan, Vórtice, Atisbos, De Colores, Caracol, Chicano-Riqueña..., hasta un total de doce revistas importantes.
P. ¿Y cómo nació La Palabra?
R. Hace unos tres años, de la necesidad de crear una revista exclusivamente literaria y escrita en español, que sirviese de portavoz de las inquietudes intelectuales de los chicanos. Colaboran en ella tanto chicanos como hispanos, sin distinción de sexos o edades -hay que destacar la gran presencia de la mujer en todas las manifestaciones de la cultura chicana-", y se ha procurado un tono académico, universitario.
La Palabra aparece dos veces al año, en otoño y primavera, y su contenido se limita a literatura creativa (poesía, cuento, novela), a ensayos críticos y reseñas. Los trabajos se publican generalmente en español, aunque también se aceptan de forma esporádica trabajos en inglés o bilingües.
P. ¿Qué sistema de financiación tiene?
R. El primer número salió gracias a fondos privados. Pero nuestra política editorial venidera no es esa. No queremos que una asociación controle el contenido, pues a través del dinero se controla la cultura. No obstante, en el segundo número, junto a las aportaciones de los chicanos, se contó con el patrocinio de una asociación federal de Estados Unidos dedicada a las artes. Y la publicación del hasta ahora tercer número, dedicado a la historia de la literatura chicana, ha sido posible por los fondos que a su muerte dejó un importante abogado chicano, autor de tres libros sobre las actividades de los misioneros españoles en México y lo que hoy es el suroeste de Estados Unidos.
La cultura chicana, caracterizada, por un deseo de volver a las raíces culturales hispanas, ha tenido también expresión bilingüe, y algunos de sus principales exponentes literarios han sido escritos en lo que los chicanos llaman lengua standard, en inglés. En la novela, género preferido por el literato chicano, cabe destacar desde los años setenta: Bless me, última, de Rodolfo Anaya; Peregrinos de Aztlan, de Miguel Méndez; Y no se lo tragó la tierra, de Tomás Rivera, único chicano rector de universidad, y Generaciones y semblanzas, de Rolando Hinojosa, premio Las Américas 1976.
El tema de los trabajos literarios chicanos es generalmente la explotación socioeconómica y cultural del chicano, su noción de inferioridad, de desamparo: «Allá, en México, no viene Santo Clos, sino los Reyes Magos... Lo que pasa es que aquí se les olvida. Porque ni en la Nochebuena ni en el día de los Reyes Magos a nosotros nunca nos han dado nada», se queja un personaje de la novela de Rivera.
«Pero el chicano es una minoría que ya ha alcanzado la mayoría en Estados Unidos», afirma el profesor Alarcón., quien, a su vez, publicará en breve una novela chicana: Crisol.
P. ¿Qué otros caminos de expresión ha encontrado la cultura chicana?
R. La filmación chicana comienza prácticamente ahora, con un estilo mezcla de ficción y documental, aunque hay buenos ejemplos, como la ya clásica La sal de la tierra. Pero aún no se ha llegado al campo televisivo.
«La tradición pictórica del mural ha sido heredada de México -país donde el embajador de Estados Unidos es de origen chicano-. En los barrios de Los Angeles hay gran cantidad de murales -es muy conocido el de Siqueiros-, y también en las calles de San Francisco. Se da la circunstancia de que al término de los dos principales festivales chicanos, Flor y Canto y Canto al Pueblo, que se celebran rotativamente por Estados Unidos, siempre quedan como poco media docena de murales. Además, se ha montado un colectivo de veinte jóvenes pintores, Movimiento Artístico de Río Salado (MARS), con la pretensión de divulgar su trabajo por todo el mundo de habla hispana.
Babelia
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