En la ría del Nervión sobran 10.000 puestos de trabajo

Javier García Egocheaga, titular del departamento de Industria del Gobierno vasco y antiguo director general del mismo ministerio en Madrid, con Rodríguez Sahagún, nunca ha pensado que «se hablara en serio cuando se dijo que, en 1983, entraríamos en la Comunidad Económica Europea (CEE)». La apreciación se contiene, junto a otras muchas referentes a la crisis de la economía vasca, en una larga entrevista publicada ayer por La Gaceta del Norte, de Bilbao.En su opinión, la reestructuración de la economía vasca, es inevitable y pasa por un saneamiento previo de las empresas.

Esa reestructuración, entendida como una diversificación en la producción, en base al desarrollo de sectores como la electrónica y especialmente los bienes de equipo, junto a servicios relacionados con la industria, como la informática y los transportes, requerira una inversión de unos 5.000 millones de pesetas al año.

En cuanto a su efecto sobre el nivel de empleo, esa reconversión supondría la supresión de miles de puestos de trabajo. Tan sólo en las grandes industrias de las márgenes del Nervión «existe un excedente laboral que, dado el bajo nivel de inversión, puede cifrarse en unos 10.000 puestos de trabajo».

Ante la imposibilidad de canalizar ese exceso de mano de obra hacia otras zonas por la inexistencia, en España y en cualquier otra parte, de focos de crecimiento capaces de absorber un importante índice de mano de obra, el único recurso es evitar las rigideces en los procesos de saneamiento y reestructuración y esperar que el saneamiento y ajuste del sector secundario genere puestos de trabajo en el sector de servicios.

En cuanto al flujo de empresas vascas hacia otras zonas del Estado, se trata de un fenómeno que ya ha cesado, entre otras cosas porque las dificultades existentes en Euskadi no son mayores que en cualquier otra parte del Estado.

A un nivel más directamente político, el antiguo director general de industrias siderometalúrgicas y navales reconoce que su pertenencia, en el pasado, a la Administración central facilita una función de relación entre el Gobierno vasco y el de Madrid, que pasa por su persona.