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La Universidad de Santander reedita los versos escritos por Unamuno en La Magdalena

«Salvadnos, jóvenes, verdaderos jóvenes, los que no mancháis las páginas de vuestros libros de estudio ni con sangre ni con bilis». La frase, que corresponde a la última lección académica de Miguel de Unamuno, mandada imprimir en 1934 por el Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes, fue recordada por el rector honorario de la Universidad Internacional Menéndez y Pelayo de Santander, Francisco Yndurain, en la presentación de Cuadernos de La Magdalena y otros papeles. Jubilación de don Miguel de Unamuno.La edición facsimilar, de 550 ejemplares numerados, recoge, en una carpeta de original presentación, la obra de Aurelio G. Cantalapiedra para la editorial Librería Estudio, un cuaderno con las poesías y la prosa que Unamuno escribió en la residencia de La Magdalena, en agosto de 1934; los decretos del Ministerio de Instrucción Pública por los que se dispone la jubilación de don Miguel y se da carácter nacional a las fiestas en su homenaje, el famoso discurso de Unamuno en el Ayuntamiento de Salamanca, su lección inaugural del curso 1934-1935 y la última lección del rector de Salamanca, con dos fotografías, correspondiente una a este último acto académico y la otra al ofrecimiento en el palacio de Anaya del busto realizado por Victorio Macho.

Con esta edición, la Universidad Internacional de Santander ha querido «rendir homenaje de gratitud, a través de la figura de don Miguel de Unamuno, a todos los insignes profesores e intelectuales que, durante casi medio siglo, flan honrado con su presencia y su obra la UIMP, cerrando desde la proa de navío de la península de La Magdalena la savia cultural que, de alguna manera, aflora posteriormente en las gentes de nuestra tierra».

«Unamuno percibió perfectamente esta guerra civil que se nos venía encima», afirmó el profesor Yndurain, una de las últimas personas que charló con don Miguel durante, la tarde del 30 de diciembre de 1936, víspera de su muerte. Calificándolo de «poeta tardío», diría, sin embargo, que de Unamuno lo que va a quedar es sobre todo la poesía. Recordó, al respecto, el profesor Ynduraín, la respuesta de don Miguel cuando fue presentado como novelista y además poeta. «No», contestó Unamuno. «Soy poeta y además otras cosas». O aquella otra ocasión en la que, contestando a don Marcelino Menéndez y Pelayo, que había hablado de la «honrada» poesía vascongada como cuando uno se refiere «a una mujer poco agraciada», don Miguel de Unamuno dijo que se proponía «deshonrar esa poesía», «lo que logró sobradamente y con él otros muchos vascongados, que han dado gran altura a la poesía».

El profesor Yndurain destacó también, en la presentación de estos Cuadernos de La Magdalena, la capacidad de Unamuno para asimilar, para captar paisajes, pisándolos, recorriéndolos. Concretándose en el paisaje de Cantabria, Yndurain recordó los viajes de Unamuno a la Casona de Tudanca, de José María de Cossío, o el regusto del rector de Salamanca por el lenguaje popular y hablado, como demostró en el prólogo que hizo para el Retablo infantil, de Manuel Llano.

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