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La Administración Carter adopta una nueva estrategia de guerra atómica

La Administración Carter ha adoptado una nueva estrategia de cara a una guerra nuclear, consistente en dar prioridad a la destrucción de las bases militares en la Unión Soviética, en vez de tender a destruir las ciudades y los centros industriales. Esta nueva estrategia, que anunciaron oficiales del Gobierno norteamericano a principios de esta semana, requiere que las fuerzas armadas estadounidenses tengan la capacidad de llevar a cabo ataques nucleares a pequeña escala, dirigidos contra los dispositivos militares soviéticos, incluidas las bases de misiles y las áreas de concentración de tropas.

Esta nueva política estratégica, que el presidente Carter aprobó la semana pasada, después de cuatro años de silencio y cautela sobre este tema, años que se han consagrado al debate gubernamental, marca un fuerte contraste con la política de los años sesenta, que se basaba en la amenaza mutua, soviética y norteamericana, de destrucción de las ciudades en caso de producirse una guerra importante.En este sentido, Carter firmó un documento, la semana pasada, en el que se afirma que el mejor medio de evitar un conflicto total con Moscú es tener la posibilidad de sostener una guerra nuclear larga, pero limitada. Los especialistas del Gobierno norteamericano insisten sobre el hecho de que la Unión Soviética lleva ya tiempo buscando la capacidad necesaria para sostener una guerra nuclear «de ataque».

Las informaciones oficiales sobre el cambio de estrategia recalcaron que la nueva política propuesta por Carter tenía el apoyo total del secretario de Defensa, Harold Brown, y de Zbigniew Brzezinski, responsable del Consejo de Seguridad del presidente, pero que los expertos en estrategia mantienen en estos momentos un intenso y largo debate sobre esta posibilidad. Los funcionarios insistieron que ni ellos ni el Departamento de Estado ni la agencia de control armamentístico y desarme estaban implicados en la formulación de esta nueva estrategia.

Los especialistas militares de dentro y fuera del Gobierno siempre han estado especialmente sensibilizados hacia la orientación nuclear, porque tiene una gran incidencia en los presupuestos militares y en las probabilidades de que se llegue a producir una guerra entre Washington y Moscú.

El Partido Republicano incluyó en su plataforma electoral, que se aprobó el mes pasado en Detroit, una cláusula tendente a conseguir una «verdadera capacidad de destrucción de los dispositivos militares», por lo que algunos altos funcionarios opinan que la nueva política de la actual Administración le puede ser muy útil a Carter en la próxima campaña electoral.

Paralelamente, estos funcionarios opinan que esta nueva orientación seguramente recibirá grandes ataques del ala liberal del Partido Democrática, siendo esta la causa por la que se ha pospuesto el anuncio oficial de esta estrategia hasta después de la convención demócrata de Nueva York.

Esta concepción de dirigir las amenazas nucleares contra los dispositivos militares, en vez de hacerlo contra las ciudades, ha sido duramente criticada por algunos analistas nucleares, que consideran que aumenta los riesgos de llegar a un conflicto nuclear. Los críticos de la guerra nuclear limitada resaltan también el hecho de que esta estrategia requiere mayores dispositivos nucleares y medios más sofisticados.

La respuesta de la Administración a estas críticas es bien sencilla. En estos momentos, tanto la Unión Soviética como Estados Unidos disponen de la capacidad de destruir nuclearmente ciudades, pero sólo la URSS podría llevar a cabo la estrategia de ataques, limitados, y la actual Administración considera que es importante que desaparezca esta diferencia.

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