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El primer ministro italiano responde esta semana sobre el caso Donat-Cattin

Juan Arias

Los políticos italianos se preparan para las vacaciones. Hace exactamente un año se vieron forzados a recortar el descanso veraniego, debido a la grave crisis de Gobierno que culminó con el encargo por sorpresa dado por el presidente de la República, Sandro Pertini, al democristiano Francesco Cossiga para formar Gobierno. Este año podría ser el llamado caso «Cossiga-Donat-Cattin», el nuevo responsable de que el Parlamento tenga que aplazar sus vacaciones.

Marco Donat-Cattin está acusado de presunto asesinato y de pertenecer al grupo terrorista Primera Line. Si Cossiga es considerado culpable, será entregado a la Alta Corte Constitucional, para que se abra un proceso en toda regla, como ya sucedió con los ex ministros Cesare Guy y Mario Tanasi, con el caso Lockheed.Políticamente, existen votos suficientes para absolver a Cossiga, pero como el voto es secreto, bastarían ochenta «objetores de conciencia» a la disciplina de partido para abrir el proceso al jefe de Gobierno.

Sin embargo, puesto que existe una hipótesis intermedia -pedir a la comisión investigadora del Parlamento, que había absuelto a Cossiga por una exigua mayoría, un suplemento de información-, se volvería a estudiar el asunto a partir de octubre.

Mientras tanto, en el campo estrictamente político sigue siendo objeto de polémica la petición del exjefe de Gobierno democristiano, Giulio Andreotti, hoy en minoría en su partido, de volver «a una colaboración con los comunistas dentro del espíritu de la solidaridad nacional». Andreotti ha llegado a decir que en este caso está dispuesto a apoyar la candidatura de un primer ministro «socialista». Pero a Andreotti le han respondido ya el Vaticano y la Casa Blanca. Ambos indirectamente, como es costumbre. En un artículo aparecido en L'Osservatore Romano, órgano oficioso de la Santa Sede, sobre la situación política italiana se aprovecha para criticar al exjefe del Gobierno, por proponer una línea política que contradice el último resultado electoral, el cual ha demostrado, según L'Osservatore Romano, que la disminución de votos de los comunistas y el aumento inesperado de los socialistas «que hoy se puede gobernar en Italia sin los comunistas».

Por su parte, en Estados Unidos, dos senadores: el democrático Joseph Biden y el republicano Howard Baker, después de una visita a Italia, han declarado que si por una parte la entrada de los socialistas en el Gobierno «ha sido vista por Estados Unidos como un motivo de esperanza», sin embargo, «permanece la preocupación de la posibilidad del ingreso de los comunistas italianos en el Gobierno».

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