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Ofensiva en Brasil contra la tímida liberalización política

¿Se está produciendo en Brasil una ofensiva cuidadosamente planeada contra la abertura portuguesa política que tan cautelosamente administran los militares? Aunque fuentes gubernamentales rechazan de plano esta posibilidad, los brasileños y sus medios de información hablan sin tapujos de la actividad creciente de la extrema derecha para yugular el proceso e implicar a los sectores más radicales de las fuerzas armadas.

«No hay posibilidad de retroceso o golpe militar... El presidente mantiene bajo control al Ejército y no hay lugar para disidencias que pretendan cambiar la orientación actual: profesionalismo en los cuarteles». El comentario es de una alta fuente castrense en Brasilia, saliendo al paso de rumores sobre excesos militares en Sâo Paulo.El presidente, Joâo Baptista Figueiredo, a quien se considera partidario de una democratización gradual, puede tener por delante tiempos difíciles si prosigue la cadena de atentados ultraderechistas, de clara intencionalidad política, que durante los últimos días han tenido por escenario la gigantesca ciudad de Sâo Paulo, centro neurálgico de este país.

Portavoces de la oposición, de organizaciones como Justicia y Paz o la Comisión de Derechos Humanos, coinciden en denunciar la existencia de una policía paralela que actúa en la capital económica de Brasil. Otros prefieren hablar de fuerzas paramilitares vinculadas a los sectores más radicales del aparato político.

A raíz del atentado contra el jurista Dalmo Dallari, que coincidió con la visita a Sâo Paulo de Juan Pablo II, Figueiredo pidió al gobernador del Estado «ir hasta el fondo del asunto, con todas sus consecuencias». El secuestro y la brutal paliza sufrida por el ex dirigente de Justicia y Paz, justo la víspera del día en que el Papa respaldaba implícitamente la lucha de los trabajadores brasileños por sus derechos laborales y políticos, sentó como una bofetada en el Palacio de Plan alto, sede de la jefatura del Estado.

Quince días después, sin embargo, no hay una sola pista oficial sobre el ataque a Dallari. Más aún, la semana pasada fue ametrallado el despacho de dos conocidos abogados democráticos, uno de ellos diputado federal y miembro del incipiente Partido de los Trabajadores, la formación política que gravita en torno al carismático líder metalúrgico Lula. El ministro de Justicia, Ibrahim Abi Ackel, uno de los personajes clave del Gobierno, no quiere oír hablar de complacencia policial hacia la extrema derecha, ni de fuerzas paramilitares o cuerpos armados paralelos. Pero continúan los tiroteos contra determinadas librerías, los anónimos dirigidos a periodistas, los secuestros y las amenazas.

Oposición izquierdista y policía no coinciden en el número de atentados perpetrados durante los últimos años por la extrema derecha, pero sí están de acuerdo en algo: ninguno de los culpables ha sido hallado. En contraste estadístico, los datos oficiales muestran que el «terrorismo de izquierda». protagonizó en Brasil 91 atentados entre 1965 y 1976, año este en que fue virtualmente extinguido por la represión militar.

Las tensiones en el aparato del poder y las discrepancias entre los órganos de seguridad encargados de aplicar las directrices gubernamentales están erosionando la credibilidad predemocrática del Gobierno Figueiredo. Precisamente cuando la reciente maratón de Juan Pablo II en Brasil ha sacado estas contradicciones a las primeras páginas de todos los periódicos del mundo.

No es una coincidencia que el martes comenzara en Brasilia una cumbre policiaco-militar que intentará precisar la estrategia gubernamental contra la «Violencia callejera». Ni que paralelamente se hable de una inminente lectura de cartilla a algunos sectores castrenses que han demostrado un exceso de celo en su trato con militantes izquierdistas. Existe el precedente de la forzada dimisión del general D'Avila Mello, jefe del Segundo Cuerpo de Ejército en Sâo Paulo, a ciuien el presidente Geisel cesó a raíz de las muertes por tortura de dos jóvenes en las dependencias de la Dirección de Investigaciones.

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