Galas de Lola Flores, Blanca Rosa y Marisol
La folklórica Lola Flores, tras su presentación en la sala Windsor, ha vuelto a actuar en Madrid dentro del marco de La Riviera. Por su parte, la cubana Blanca Rosa Gil ha iniciado una serie de galas en Florida Park. Y esta misma noche, en La Riviera, la cantante Marisol ofrecerá el primer recital de su carrera. Tres personalidades. Tres estilos. Y una prueba común del auge que está alcanzando últimamente la carfción popular española.La faraona dice que está muy emocionada, porque ella es la Lola del Pueblo y, en justa consecuencia, goza cuando ve «arrejuntadas a todas las clases, que es como está mandao». Hay un ambiente fuerte de burriqueo, acrecentado por los que llegan de celebrar una boda. Sopla el viento y se ensaña sobre la partitura del director de orquesta. Pero no hay aire en el diundo que haga que Lola Flores vacile.
Lo que chirría es el micrófono, maltratado con furia por la intérprete. Pese a todo, sus preguntas resuenan: «¿Por qué seré yo así?». El arrepentimiento ya va por otro lado: « Yo debí, serrano, / cortarme las venas ... ». Y la supervivencia se paga cara: «Siento ya el vacío / de. pasar otra noche sin ti...». Tiene convulsiones, lagrimones, crispaciones melodramáticas. Ella avanza con garbo por la velocidad que le impone el tocino que hoy invade la sala. Pide silencio. Pero su filosofía es rotunda y consoladora: «La vida es un paseo en coche de caballos».
A menudo, se desboca: «Que se me acabe la vida / frente a una copa de vino». El vino es aguacuba-. Lo derrama todo. Se bautiza con rabia.apocalíptica. Gritos, salpicaduras: « ¡Vamos, fiera! ».
Un espectadiar, que seguramente regresa de los lavabos, pasa cerca del escenario: «Oiga, usted no vendrá a poner ninguna bomba». El equívoco se salda en beso. El popurrí de antigüedades marca el punto álgido del recital. Zarzamoras, Pepitas sin tormentos, abanicos gitanos, gaseosa fresca, Pemán... Y, al final, los saludos rituales. Llama a su hijo Antonio para darle un gran beso: «Es la cara mía cuando yo hacía el Lerele». Queda la herencia en buenos labios.
De Cuba trae un cantar
Es anunciada así: «La primera voz polivalente de Cuba». Nadie la conocía por estos pagos. Pero entra en el Florida Park por la puerta grande, con mucha pluma blanca y traje negro, estrechando mil manos, dispuesta a conquistar España. Va de rubia. Lleva un lunar encima de la ceja izquierda que ni pintado. Viene de sucesora de Olga Guilllot.
Se lo monta de labia familiar: «Muchisimas gracias, público lindo... Hoy nos amanecemos. Yo me siento muy feliz». Y se pone a cantaron voz potente y límpida. Habla de un sexto sentido que sólo se encuentra al besar. Habla de esperas, de sueños, de hacer siempre lo que quiere, de errores que la tienen cansada, de un abuelo, de juegos del amor... Por si alguien se desespera, he aquí la analogía infalible: «Soy como el vino. / Mañana estaré mejor».
Esta noche, en La Riviera, aparece Marisol. Su recital va a durar, aproximadamente, una hora y cuarto. Cantará las canciones de sus últimos cinco años. El montaje coreográfico corre a cargo de Antonio Gades.
Babelia
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