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El hambre y la violencia provocan 15.000 muertes en Uganda

En la cárcel de Nadunate, pequeña aldea de Karamoja (Uganda), había este fin de semana un niño de ocho años encarcelado sin comida, después de haber sido apaleado por haber robado una mazorca de maíz. Los expertos temen que el hambre y la violencia, que ya han causado en el noroeste de Uganda 15.000 muertes en los tres últimos meses, provoquen también trastornos de comportamiento irreversibles en el seno de la población.Este temor se basa en numerosos ejemplos recientes. Los empleados de los dispensarios gubernamentales, que en muchos casos no han cobrado su sueldo desde hace meses, sobreviven gracias al dinero que consiguen de la venta de los medicamentos y víveres que deberían servir para salvar a los miembros de su propia tribu. El representante de una organización internacional de ayuda cuenta que sorprendió a una enfermera que se negó al suministro de un medicamento a una mujer que se moría de hambre y desfallecimiento para poder venderlo.

Desde hace varios días hay a las afueras de Moroto, capital de la provincia, los cadáveres de dos niños con las orejas cortadas. Su crimen es que habían robado unas patatas dulces en un país en el que el hambre mata cada semana a unas mil personas.

En la región ya no se ven hombres jóvenes. La mayoría han huido para unirse a bandas armadas de pillaje.

Sólo funcionan tres escuelas, porque la mayoría de los profesores han emigrado a Kenya, alejándose del hambre y la violencia. La gran mayoría sigue cobrando sus sueldos a través de amigos que se han quedado en el país.

Miles de personas hambrientas acampan alrededor de las misiones y hospitales. Las Naciones Unidas intentan distribuir a través de estas instituciones alimentos a los habitantes de las aldeas, pero el esfuerzo no es suficiente, y cada día se recogen media docena de cadáveres alrededor de los almacenes del mercado de Moroto, vacíos desde hace meses.

Las Naciones Unidas han tenido que reorganizar el sistema de distribución de alimentos en el noroeste de Uganda, después de que un oficial ugandés retirara y distribuyera sin consentimiento de la organización mundial treinta toneladas de provisiones enviadas por la ONU. Las entregas de alimentos a Moroto se suspendieron el martes pasado, y el programa alimentario mundial de la ONU (WFP), que coordina la ayuda internacional, envía ahora los camiones directamente a los centros de distribución secundarios.

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