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ARAGON

Sainz de Varanda considera que Zaragoza ha sido defraudada por los norteamericanos

«Ha sido un auténtico fraude para la ciudad», ha declarado a EL PAÍS Ramón Sainz de Varanda, alcalde de Zaragoza, con respecto al rechazo de las ayudas solicitadas por el ayuntamiento que preside como compensación por la existencia de una base americana en este término municipal. La alcaldía de Zaragoza solicitó el pasado 28 de febrero cinco proyectos de ayuda al comité conjunto hispano-norteamericano, acogiéndose al vigente Tratado de Amistad y Cooperación, que prevé «compensaciones de tipo cultural y educativo a las facilidades que el Gobierno de Estados Unidos encuentra para mantener bases en territorio español».

La cuantía de la ayuda, aprobada por el Congreso estadounidense, asciende a 70.000 millones de pesetas anuales y fue instaurada en 1976. «No sabemos a dónde ha ido a parar este dinero en los años anteriores, no ha habido ninguna información sobre el tema. Oficiosamente tenemos noticia de que una parte sirvió para financiar un diccionario catalán-inglés, y que también se concedieron algunas becas a personal de la Universidad de Madrid. Zaragoza, la ciudad de mayor población con base de utilización conjunta, no ha recibido nada nunca».Sainz de Varanda, junto con los alcaldes de Torrejón y de Rota, mantuvo una serie de conversaciones hace un año con el Ministerio de Asuntos Exteriores, que posibilitó el contacto con el comité conjunto hispano-norteamericano, cosa que sucedía por primera vez. Con ellos se negociaron las ayudas concretas que iban a solicitarse e incluso los términos y forma de redacción, ya que, según afirma el alcalde de Zaragoza, todos estuvieron de acuerdo en que debían ser las ciudades afectadas las que recibieran la ayuda prevista en el tratado.

De este modo, la corporación municipal zaragozana envió cinco proyectos, que en total suponían 1.500.000 dólares (105 millones de pesetas). En concreto, una parte de los gastos que ocasionará la restauración del torreón de Fortea -uno de los pocos palacios góticos que existen todavía en la ciudad-, la financiación de un catálogo monumental de Zaragoza, la adquisición de un video para los servicios de deporte y bienestar social y de una máquina de codificación para la biblioteca, pública, y la compra de ochenta proyectores de diapositivas para otros tantos colegios nacionales de la ciudad.

Todos los expedientes han sido rechazados sin dar ninguna razón, salvo el último, relativo a los ochenta proyectores de diapositivas, cuyo valor asciende a 14.520 dólares (algo más de un millón de pesetas).

Esta situación ha provocado una moción municipal, aprobada por unanimidad (véase EL PAÍS de ayer), en la que se acuerda elevar al Ministerio de Asuntos Exteriores la más enérgica protesta por el rechazo de las compensaciones y al mismo tiempo solicitar que en la negociación del nuevo convenio con Estados Unidos se tenga en cuenta la opinión de Zaragoza. También la Diputación General de Aragón ha emitido un acuerdo en el mismo sentido.

«Esto es una auténtica afrenta», manifiesta el alcalde. «Zaragoza ha venido padeciendo todas las consecuencias negativas de la existencia de la base y del polígono de tiro, sin recibir a cambio ningún beneficio. Según los estudios que hemos efectuado, los americanos de la base invierten en Zaragoza unos mil millones de pesetas anuales. Los únicos beneficios que reportan en cuanto a inversión y puestos de trabajo vienen a equivaler a una industria con cuatrocientos o quinientos empleados, y hay algo evidente», concluye Sainz de Varanda: «si una industria es contaminante, la base es mucho más que contaminante, puede ser mortal para Zaragoza. En consecuencia, estaríamos encantados si se la llevan de aquí».

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