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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Importación y empleo

UNA RECIENTE encuesta de opinión en Estados Unidos preguntaba sobre la preferencia por una mayor libertad de importación o por un incremento del empleo. Contundentemente, los ciudadanos norteamericanos se inclinaron por la defensa de los puestos de trabajo. Aunque en España no se ha producido ninguna encuesta equivalente, los resultados de la política económica del Gobierno muestran que en el primer trimestre de este año el empleo ha descendido en la impresionante cifra de 150.000 puestos de trabajo perdidos, mientras que las importaciones han crecido, en los cuatro primeros meses de 1980, a la extraordinaria velocidad de un 54% en pesetas.Por supuesto que corresponde al petróleo la mayor responsabilidad de este aumento. Sin embargo, las compras de manufacturas de consumo, es decir, excluidos los alimentos, han aumentado en un 52,5%. Los incrementos son muy espectaculares en el caso de las alfombras, prendas de vestir, utensilios domésticos, vajillas, instrumentos musicales, muebles, juguetes yartículos deportivos, todos ellos.con incrementos de valoroentre el 60% y el 123%. El incremento del valor de las importaciones de automóviles ha sido del 202%, muy superior al del petróleo, aunque con la salvedad de que en los cuatro primeros meses de 1979 la actitud hacia su importación fue muy restrictiva. En una situación de altas expectativas inflacionistas y escasas perspectivas de remuneración para el ahorro, las clases medias más acomodadas y las clases altas se han beneficiado de esta original política, a la vez que han encontrado una buena cobertura frente a los vientos rasantes de la ieforma fiscal.

Las importaciones de equipo capital también han crecido, pero menos que las de consumo. Dicen los economistas del desarrollo que la llegada de máquinas y equipos es el mejor indicio de un crecimiento de la economía. Pero a veces las cosas no son tan simples. Así, por ejemplo, las importaciones de tractores han crecido en pesetas, en el primer cuatrimestre, en un 35%, pero, al mismo tiempo, la producción nacional de este sector ha descendido de modo importante. También han aumentado las compras de equipos de centrifugación y limpieza, así como los instrumentos de verificación y control, pero estos materiales no van a suponer un aumento adicional de la producción, sino la sustitución de mano de obra. Asimismo, las importaciones de equipo eléctrico han crecido en un 80%, posiblemente en función del desarrollo del Plan Energético, pero la industria eléctrica española se encuentra en una situación de lamentable desamparo.

En definitiva, estamos asistiendo a un fortísimo incremento de las importaciones en un período de caída del empleo y de muy escaso o nulo aumento de la producción. La situación es nueva en nuestra reciente historia económica, en la que las importaciones habían respondido siempre a un fuerte tirón de los bienes y servicios prodw cidos. Las razones habrá que buscarlas, naturalmente, por otro lado. La disminución de la propensión al ahorro debe explicar en buena parte el ritmo vertiginoso de las compras en el exterior de bienes de consumo. El mayor ritmo de crecimiento de los salarios y el mantenimiento del tipo de cambio de la peseta, gracias a la escasa actividad interior y a las entradas de capital exterior, explican la continua pérdida de competitividad de la producción nacional y su sustitución ventajosa por mercancías importadas. El sector exterior camina, así, hacia el desastre.

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Las importaciones crecen casi tres veces más deprisa que las exportaciones (54% y 19%, respectivamente), y, entre tanto, la clase política se entretiene en discutir sobre quién es el culpable de, esta ausencia de política económica o, si se prefiere, de los descalabros que produce la presuntamente «vigente». La atención al desempleo y la creación de puestos de trabajo debe ser, en cualquier caso, prioritaria. El descomunal aumento del paro, y muy fundamentalmente del paro de primer empleo, que afecta a nuestra juventud es una amenaza potencial a la estabilidad política del régimen de mayor volumen y peligrosidad que el terrorismo de ETA.

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