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Los parlamentarios vascos, retenidos durante doce horas por los trabajadores de Nervacero

A las 5.30 de la mañana de ayer, los trabajadores de la empresa Nervacero, que habían ocupado la sede del Parlamento vasco doce horas antes, abandonaron el recinto de la Diputación de Vizcaya y permitieron que hicieran otro tanto los parlamentarios y miembros del Gobierno vasco, entre los que se encontraba el propio Carlos Garaikoetxea, a los que habían mantenido retenidos durante todo ese espacio de tiempo. La retención de las autoridades vascas no finalizó hasta que los parlamentarios de izquierda se comprometieron públicamente a desplazarse a Madrid con el Gobierno vasco para entrevistarse con Abril Martorell en busca de una solución a la crisis de Nervacero.

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A su vez, los parlamentarios del PSE-PSOE, PCE y Euskadiko Ezkerra se comprometían a presionar a sus propios partidos para que, en caso de que no prosperaran las negociaciones con Madrid, «apoyen una huelga general en solidaridad con los afectados». Un centenar de ertzainas (servicio de orden del PNV) se acercaron a las inmediaciones de la diputación para rendir homenaje al presidente del Gobierno vasco, Carlos Garaikoetxea, que fue el último en abandonar el edificio.Minutos antes de finalizar la ocupación de los trabajadores, fuentes cercanas al Gobierno vasco comentaban que los ertzainas merodeaban por los alrededores de las dependencias de la diputación con la intención de realizar un «acto de desagravio», ya que consideraban que el Parlamento había sido «violado por fuerzas ajenas a la propia institución», al no respetar el derecho a celebrar la sesión de debate correspondiente. Sin embargo, los militantes del Partido Nacionalista Vasco que se habían personado en la diputación no penetraron en el interior del edificio, como estaba previsto en un principio, sino que se limitaron a formar un grueso cordón humano para proteger la salida de Carlos Garaikoetxea, al tiempo que cantaban el himno Gernikako arbola (El árbol de Guernika).

El turno de negociaciones se inició en el momento en que los trabajadores de Nervacero decidieron, a las nueve de la noche, permanecer en el recinto de la diputación hasta que el Gobierno y el Parlamento vasco no ofrecieran soluciones inmediatas y concretas. Fue entonces cuando se produjeron encuentros a cuatro bandas: Gobierno-comité de empresa, Gobierno-oposición, oposición-comité de empresa, y junta de portavoces-comité de empresa. Los empleados pretendían que el Gobierno vasco ofreciera los 850 millones de pesetas necesarios para el relanzamiento de Nervacero.

El Gobierno vasco, retenido

Ante la imposibilidad de llegar a un acuerdo, los miembros del Gobierno vasco, así como los parlamentarios del PSE-PSOE, PCE y UCD intentaron abandonar el edificio de la diputación a las once de la noche, mientras los empleados de Nervacero reanudaban su asamblea. Pero los parlamentarios no lograron su objetivo, ya que un grupo de trabajadores, que se encontraba en la puerta del recinto, bloqueó la salida, a la vez que con minaba al presidente del Gobierno vasco, Carlos Garaikoetxea, y a los parlamentarios que le acompañaban a que fuera al salón de plenos y ofrecieran soluciones concretas a la crisis de su empresa.Pero a partir de ese momento el Gobierno vasco, como tal, no hizo acto de presencia en la sala. Carlos Garaikoetxea se retiró a una de las salas del edificio, y el ex presidente del Gobierno, Jesús María de Leizaola, hizo lo mismo, mientras aseguraba que no quería salir de la diputación hasta que no se fueran todas las personas allí concentradas. Unicamente los representantes de las fuerzas parlamentarias de izquierda, partido socialista, partido comunista y Euskadiko Ezkerra, se quedaron en la asamblea, participando en una discusión que en muchas ocasiones se desvió del tema central que había motivado la ocupación de la diputación. En ese sentido cabe resaltar que un dirigente de Herri Batasuna, Txomin Ziluaga, secretario general de Hasi, acudió al Parlamento -lo que no han hecho hasta el presente los diputados electos de su coalición- para denunciar la invalidez del mencionado organismo, «por su incapacidad para abordar los problemas reales de los trabajadores».

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