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Tribuna:SPLEEN DE MADRID
Tribuna
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García Lorca

Iba yo a comprar el pan, esta mañana, y me he encontrado a García Lorca. Lo cual que primero había entrado en el estanco a echar unas cartas y descubro en los sellos de ocho pesetas -me parece que de ocho- a Federico García Lorca dibujado en verde, el afedericado Federico, por fin, en la inoconografía manual y postal. Su muerte le ha costado.Digo que su muerte le ha costado porque aquí sólo una de las dos Españas, tradicionalmente, ha troquelado moneda, tirado billetes y vendido sellos, y esa España no es/era precisamente la de Federico. Los sellos que yo recuerdo, desde que escribo cartas de amor a señoritas Incógnitas y generalmente yanquis, o desde que mando las colaboraciones de prensa por correo, como a veces vi hacer, con deslumbramiento, a mis maestros, los sellos que yo recuerdo, digo, tenían siempre la cara de Franco, los de cuarenta céntimos, a no ser que fuesen los de una cincuenta, que también traían la cara de Franco, o los de cinco pesetas -un desmadre postal- que daban, como alternativa iconográfica, la cara de Franco.

Jesús Juan Garcés, poeta postista que dejó de escribir cuando llegó al número de versos que totaliza san Juan de la Cruz (para qué seguir, si con eso le bastó al místico para ganar esta gloria y la otra), Jesús Juan con taba que, cuando murió Julio Romero de Torres, pintor de la mujer morena con los ojos de misterio y el alma llena de pena racimos de mujeres enjambradas y enlutadas gritaban por las esquinas de Córdoba:

- ¡Que lo lleven a los billetes!

A los billetes ha subido Romero de Torres y Zuloaga, pero no Picasso. A los billetes han subido Balmes, don Marcelino y hasta Bayéu, que no era más que un mal cuñado de Goya. A los sellos ha subido Cervantes, pero no Quevedo, de quien le oí decir a Neruda:

-Quevedo es el enemigo viviente del linaje gubernamental.

Los e nemigos vivientes del linaje gubernamental no suben a los billetes, a la calderilla, al álbum filatélico e histórico de España, y ninguno más vivientes que el muerto Federico. A cierta España le basta con escribir El criterio, un tomismo como de Olot, lleno de metáforas ferroviarias, para salir en los billetes. A otra cierta España le hace falta morir de fusilamiento natural para, así que pasen cincuenta años, salir en los sellos de Correos. No fui a Fuentevaqueros homenaje a Lorca, porque no lo veía claro. Alberti y Celaya me han dado la razón. Aquello fue una verbena con muerto al fondo.

Uno va aprendiendo ya, con los años y los desengaños, a qué sitios donde hay que ir no se debe ir.

Pero me ha alegrado esta mañana, cuando iba yo a comprar el pan y echar unas cartas, secretario como soy de mí mismo, encontrarme con Federico en verde, dibujado en un sello del Estado español. Tenemos menos democracia, menos libertad, menos expresión, menos libertad de expresión, menos Gobierno y menos Suárez, pero he aquí que de pronto tenemos más Federico entre nosotros, porque los países se equivocan siempre, y primero procesan a Baudelaire o a Henry Miller por sus libros rojos del cole adulto, y luego ponen a Miller y Baudelaire como libros de texto. Pemán escribió varias veces su anécdota con Franco:

-Mi general, que han fusilado en Granada a García Lorca.

-García ¿qué?

Cuándo se enterará cierta España, cierta Francia, cierta América, de que los malditos de hoy son los temas de examen de mañana. No porque cambie la tortilla de patata de la Historia, sino porque, como cierta derecha no genera valores, acaba apropiándose siempre los de cierta izquierda, pero con un siglo de retraso. García Lorca ya sale en los sellos. Su muerte le ha costado. Otros miles de españoles, con muerte y todo, siguen sellados.

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