Expectación ante la próxima llegada de un barco de la organización ecologista Green Peace a La Coruña
Los medios ecologistas de Galicia, cada vez más numerosos, se mantienen expectantes ante la llegada al puerto de La Coruña del buque Rainbow Warrior, de la organización ecologista Green Peace, prevista para el próximo día 10, dentro de una nueva campaña contra la captura de ballenas. La misma expectación, aunque de signo diferente, se registra también en los medios pesqueros gallegos con intereses en la pesca de estos cetáceos e incluso entre las autoridades, que no saben a ciencia cierta qué es lo que puede pasar.
Ante el anuncio de que la empresa Industria Ballenera, SA, propiedad de la conocida familia pesquera Massó, se dispone a reanudar próximamente la captura de ballenas frente a las costas de Galicia, sirviéndose incluso del barco Ibsa 1, después de haber sido rescatado de los efectos del atentado de que fue objeto en el puerto de Marín (Pontevedra), la campaña ecologista en contra de la caza de ballenas se intensificó sensiblemente en los últimos días, con algunas manifestaciones y constantes actos de propaganda llevados a cabo por la Sociedad Gallega de Historia Natural y por la Asociación para la Defensa Ecológica de Galicia.Es probable que, con la llegada del barco Rainbow Warrior vuelva a visitar los puertos gallegos el ecologista francés Reny Parmentier, miembro del movimiento internacional Green Peace, que hace pocas semanas fue detenido en Cangas, cuando trataba de tomar fotografías de la factoría ballenera que tiene la familia Massó en dicha localidad de la ría de Vigo. Los ecologistas gallegos esperan establecer pronto contacto con Green Peace para poder trabajar conjuntamente, puesto que, hasta el momento, la colaboración no ha sido en la práctica muy efectiva.
En 1978 estuvo en Galicia un barco de Green Peace para proteger la conservación de ballenas vivas. En aquella ocasión tuvo que huir del puerto de Cangas, ante la amenaza de que fue objeto su tripulación por empleados de la factoría Massó, que ya parecen habituados a este género de presiones violentas, ya que recientemente intentaron tirar al mar a Rerny Parmentier y a su ayudante de fotografía cuando trataron de acercarse a la fábrica.
El hecho real es que Galicia puede convertirse en un foco importante de la lucha mundial contra el exterminio de las ballenas. Según datos que acaba de procesar la Sociedad Gallega de Historia Natural, la caza de ballenas tuvo en este país mucha importancia desde el siglo XIII, sobre todo en los puertos de Camariñas, Malpica, Cée y Camelle, desde los que se practicaban difíciles capturas con arpón sobre frágiles lanchas de remos. La historiografía de diversas épocas documenta algunos pleitos y otros hechos relevantes relacionados con esta actividad marina en varios puntos del litoral gallego.
Desde 1924 funcionaron en Galicia dos compañías balleneras (Corona, SA, y Compañía Ballenera Española), que capturaron más de setecientas piezas en los tres primeros años de su funcionamiento, dedicándose exclusivamente a la exportación de los productos obtenidos. En la factoría de Caneliñas (La Coruña) fueron comercializadas, entre 1924 y 1927, 1.253 ballenas y 42 cachalotes, con un total de 40.539 barriles de aceite derivado y 50.902 sacos de abono, por parte de la Compañía Ballenera Española. Entre las especies capturadas figuraron algunos rorcuales azules, ya muy raros, de los que decían los pescadores noruegos desplazados a Galicia que hacía más de diez años que no veían ninguno.
Monopolio Massó
Actualmente, la industria ballenera está íntegramente en manos de la familia Massó, a través de dos empresas (Massó Hermanos e Industria Ballenera, SA) que explotan dos factorías en tierra y cinco barcos balleneros. Hasta hace pocos años, funcionó, en manos de los mismos propietarios, una tercera factoría en Morás (Lugo), actualmente desaparecida bajo el complejo alumínico de San Ciprián : Una de las dos factorías sobrevivientes está instalada en Cangas de Morrazo, al norte de la ría de Vigo, y fue ampliada recientemente. La otra está en Caneliñas, cerca de la villa de Cée (La Coruña), y también ha sido modernizada últimamente.De la flota de cinco barcos balleneros (Lobeiro, Carrumeiro, Ibsa 1, Ibsa 2 e Ibsa 3), los tres últimos fueron adquiridos para desguace en Noruega y puestos ilegalmente a navegar, según la Sociedad Gallega de Historia Natural, ya que no figuran en la correspondiente lista de buques ni cumplieron en su momento los requisitos necesarios. El Ibsa 1 y el Ibsa 2 sufrieron un atentado, a finales de abril último, en el puerto de Marín, a consecuencia del cual resultaron hundidos.
La temporada de pesca empieza ahora precisamente, ya que se lleva fundamentalmente a cabo durante los meses del verano. Los balleneros no tienen que alejarse excesivamente de la costa gallega, entre cuarenta y sesenta millas, ya que aprovechan la vía de paso que tienen las ballenas en esa franja. La flota ballenera gallega no posee medios altamente tecnificados, como la soviética o la japonesa, pero sabe servirse muy bien de otras embarcaciones de pesca y de sus propios medios para localizar los cetáceos.
Según fuentes ecologistas e incluso según la revista Industrias Pesqueras, que dirige el conocido economista pesquero Valentín Paz Andrade, la industria ballenera no representa gran cosa para la economía española y está totalmente sometida a los intereses de Japón, país que recibe más del 60% de las capturas realizadas por barcos españoles. La mayoría de las ballenas que se capturan en la actualidad son rorcuales comunes y cachalotes, pero se sabe con certeza que también se capturan a veces ejemplares de rorcual azul, que está en riguroso peligro de extinción y prohibida legalmente su caza.
Dos órdenes ministeriales de 1924 y de 1947, en vigor, prohibiendo la caza de hembras seguidas de crías y permitiendo solamente la captura de un ejemplar por cada barco, no se respetan casi nunca, debido a que el control ejercido por la Administración sobre el movimiento industrial de cetáceos es prácticamente nulo.
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