Diplomacia que se entienda

Con el telón de fondo de un nuevo incidente pesquero -el hundimiento del Garmomar y el apresamiento de sus tripulantes por el Polisario- se reúne hoy la Comisión de Asuntos Exteriores del Congreso de los Diputados. ( ... )Sería muy positivo que los diputados comenzaran a exigir al Gobierno la clarificación indispensable de nuestra política exterior, presa de demasiados mitos, tabúes y tópicos.

Hasta el momento, el único logro del Gobierno en este ámbito consiste en haber embarullado de tal manera el problema que todo se ha hecho posible.

Nuestra política exterior, haciendo suyo un maquiavelismo barato y provinciano, juega a todas las cartas, pero no gana ninguna baza. Somos aspirantes al Mercado Común, pero tan poco caso nos hacen que el ministro Calvo-Sotelo, nuestro «míster Europa», tiene que gritarle a Natali, que parecía amarnos tanto. Tenemos vínculos «históricos» con el Magreb y con los árabes, pero Marruecos, Argelia y hasta el Polisario nos toman el pelo de diferentes modos y maneras, incluidos los violentos. Los árabes petroleros nos tratan como un cliente más exigiéndonos a cambio el no reconocimiento de Israel, mientras se dan el pico con otros países europeos que mantienen relaciones normales con el Estado judío. Otros de esos árabes (Argelia, Libia, Yemen del Sur) entrenan a los terroristas que después siembran la muerte en nuestro país.

El Gobierno Suárez no ha suscitado el necesario debate sobre los temas internacionales. OTAN, ¿sí o no?; cara y cruz de nuestra integración europea; balance de nuestra política hispanoamericana; ¿son incompatibles nuestra «amistad» con los árabes y las relaciones con Israel?... Reconozcamos que a este confusionismo internacional contribuye también el PSOE, cautivo de sus obsesiones neutralistas

4 de junio