Los socialistas plantean la necesidad de un Gobierno capaz de consolidar la democracia
La dirección del Partido Socialista acude al debate de esta tarde con la intención de continuar el ataque al actual jefe del Gobierno y exponer un «proyecto global de Estado» basado en la consolidación del proceso democrático, reformas en la Administración y en la dirección de la economía, un planteamiento autonómico en función de necesidades y reivindicaciones reales y una serie de criterios para la formación del eventual Gabinete que podría salir de la votación de censura, según afirman fuentes solventes. Un Gobierno capaz de consolidar la democracia -pero no de frente popular- constituye el criterio básico, aunque la reserva es absoluta en lo que se refiere a su hipotética composición.
El planteamiento se fundamenta en que la crisis política y económica es tan grave que requiere un esfuerzo solidario y, por tanto, antes de abordar un programa claramente socialista se trata de comprometer a varios sectores sociales -y quizá políticos- en la gestión de la nueva situación, a fin de lograr un Gobierno de consolidación de la democracia. Aunque en el caso concreto de esta moción es presumible que se trate de ofrecer un Gobierno compuesto mayoritariamente por socialistas, tampoco se descarta la eventualidad de otras posibles soluciones, en función de los apoyos que el PSOE reciba.Según varios dirigentes socialistas, el programa de Felipe González no incluirá la inmediata disolución de las Cámaras en el caso de triunfo de la moción, aunque esa cuestión tampoco está totalmente descartada de antemano. Hasta la mañana de hoy, en que se reunirá el Grupo parlamentario Socialista, no se conocerán con precisión los detalles de la oferta programática del candidato a presidente.
Un relevo para Suárez
«Suárez es inservible en esta fase del proceso democrático y la derecha tiene que sustituirle». Horas antes de que comience el debate de la moción de censura al Gobierno, Alfonso Guerra, estratega principal de la operación emprendida por el PSOE -pese a la versión que le atribuye una posición contraria a la misma-, se muestra muy realista acerca de las posibilidades de Felipe González de alcanzar ahora la presidencia, pero apunta con claridad al objetivo esencial de su partido: debilitar seriamente al actual jefe del Gobierno ante los ojos de millones de ciudadanos y obtener la plataforma de RTVE para exponer un moderado programa de reformas.«La moción de censura», dice el vicesecretario general del PSOE, «tiene una doble dimensión. Por una parte, concitar a su alrededor el número de votos suficiente como para que el presidente del Gobierno deje de serlo y el candidato a presidente pase a ocupar su lugar; por otra, ejercitar un derecho constitucional y dinamizar la política del país. Además, el propio debate, contemplado por gran parte de la población, tiene un efecto clarificador: todos los grupos políticos tienen que definirse; se puede apreciar quiénes son líderes de talla y quiénes están escudados detrás de la mesa de despacho y son incapaces de conectar con la población. Todo este efecto clarificador y de dinamización es muy positivo, al margen de la otra cuestión: que pueda salir o no salir».
«Todos los grupos parlamentarios que hablaron la semana pasada, excepto UCD, criticaron la labor de Adolfo Suárez; por tanto, sería lógico que todos votaran la moción de censura. Pero aunque todos los grupos quieren censurar a Suárez, no todos desean coincidir con el partido socialista. Probablemente el cómputo de votos que tenemos que buscar no es tanto el que obtenga la moción de censura como el que no obtenga Suárez. Por otra parte, UCD puede caer en la tentación de abstenerse, para tratar de confundir a la opinión y que no se identifique la disminución de apoyos respecto a la investidura, pero es difícil aceptar que el partido del Gobierno se abstenga en una votación de censura».
«Si ahora hay menos apoyos que en la investidura», continúa Guerra, «va a ser la demostración parlamentaria de un hecho vital, casi comprobado, y es que Suárez es un líder inservible para esta fase de proceso dernocrático. Suárez ha realizado una labor de transición, pero ha llegado al tope de su capacidad: ya no puede soportar más democracia. Este fue el mal menor que tuvo que aguantar para continuar en el poder y hacer él a trarísición: aunque no era un hombre procedente de la democracia creyó en ella como inexcusable en el tránsito histórico de nuestro país, y se subió a ese tren sabiendo manejarlo y controlarlo».
«Ha llegado un momento en que los ciudadanos están pidiendo democracia en las escuelas, en las fábricas, en las instituciones públicas, que llegue realmente a las terminales y no se quede en el cuadro de mandos. Suárez ya no puede controlar el proceso democrático, si continúa ampliándolo, y en el debate del otro día se vio claramente que era un líder inservible. Si se retiran los apoyos a Suárez y queda sólo con los de UCD, o el acuerdo con Coalición Democrática, será la demostración de que, dentro del espectro de la derecha, tienen que sustituir a Suárez». ¿Se le ocurre a Guerra algún nombre? «Hombre», responde, «eso, que lo digan ellos».
En cuanto a las posibilidades de que UCD presente la votación de censura como un ensayo de frente popular -si el PSOE obtiene sólo el apoyo del PCE-, Guerra responde así: «En primer lugar, hay que decir que UCD quedó completamente desconcertada ante el factor sorpresa de la moción de censura; después hubo declaraciones tremendamente contradictorias -Suárez dijo que «bienvenida», Abril que ya era hora, mientras Arias-Salgado ha dicho que presentar la moción demuestra falta de ética-; puede ser que al final, en el recuento de votos, quieran dar una impresión marca Carrero Blanco, algo así como los socialcomunistas de que habla Jiménez Blanco, o que vuelvan los tiempos de la posguerra y hablen de la masonería internacional».
«Pero ya digo que no se trata de que socialistas, comunistas -y los que más coincidan- voten una moción contra Suárez, sino de saber cuántos apoyan al actual jefe del Gobierno. Un objetivo de la moción es reunir 176 votos, pero otro es que UCD se quede con sus 166, a menos que Suárez alcance un acuerdo con Coalición Democrática».
No se insistirá en las negociaciones con ETA
La sede del Grupo parlamentario Socialista y los equipos de estudios y programas, que dirige Javier Solana, registraron en los últimos días una febril actividad, sólo comparable a las épocas de campaña electoral. Los preparativos culminaron ayer en rápidos despachos de los principales ejecutivos con Felipe González, recién llegado de Teherán, quien tuvo su tiempo cronometrado desde el mismo momento en que pisó el aeropuerto de Barajas. Esta actividad, por su parte, y los contactos con diputados de otros grupos, por otra, llenaron una jornada cargada de trabajo, en la que asimismo se aclararon algunas cuestiones que parecen definitivas:- No se volverá a insistir en el tema de las negociaciones con ETA, salvo que el Gobierno vuelva a mencionar la cuestión. El tema salió el otro día en el debate parlamentario debido al planteamiento de Rosón, pero se ha detectado cierta incomodidad en la dirección del PSOE por tal referencia.
- Se defenderá la política socioeconómica iniciada con el acuerdo-marco y la consolidación de la estrategia de incrementos salariales moderados, a cambio de mejorar la situación general de empleo.
Fuentes socialistas descartan la posibilidad de que Felipe González haga pública esta tarde una lista de Gobierno para el caso de que la moción de censura obtuviera el mínimo de votos necesario -176-, si bien es posible que se citen los criterios para su formación en función de los apoyos recibidos. Lo único que está muy claro es que no se anunciará «un Gobierno de izquierda».
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.