Ciegos y mimos
Ciegos -que no ven-, mimos -que no hablan-, se complementan en este invento del Teatro de Inutensilios Varios: los ciegos recitan romances truculentos de crímenes horribles, los actores los miman simultáneamente. La tradición de la mímica es poética, suavemente humorística y levemente dramática; esta compañía la rompe en favor de la comicidad y, como ellos mismos dicen, de la línea del cine mudo.El cine mudo nace de una carencia técnica, en cuanto se resolvió, se recuperó la voz perdida. Pero se había creado un estilo y una nostalgia: algunos puristas dijeron entonces que el cine había perdido su gran oportunidad de tener una expresión propia, explotando sólo la imagen y despreciando la palabra. El tiempo ha demostrado que no tenían razón (los puristas, dicho sea de paso, nunca tienen razón).
El asesinato de la niña, de la Carmela, de la hija del panadero y otras víctimas, contados como romances de ciegos
Creación colectiva del Teatro de Inutensilios Varios. Estreno, sala de El Gayo Vallecamo, 22- V-80.
Los de Inutensilios Varios investigan sobre ese estilo, aprovechan esa nostalgia, pero no niegan la palabra. Los «ciegos» equivaldrían aquí a lo que fue el «explicador», con su puntero en las primitivas barracas. La busca de lo cómico, de lo festivo, les parece funcionar: una sala preferentemente juvenil aplaudió con gozo, y rió en muchas ocasiones. Hay pequeños hallazgos, hay aciertos: la brevedad del espectáculo permite vencer lo que apunta como monotonía. El atrezzo es divertido; el escenario, simple; la dirección, móvil. Unos ciegos recitan mejor que otros, unos miaros miman mejor que otros: pero están todos envueltos en el anónimo de la creación colectiva.
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