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Discrepancias sobre la celebración del Festival de Cine de San Sebastián

Las fuerzas políticas vascas desean celebrarlo

A cuatro meses prácticamente de la que debiera ser fecha de su inauguración, la veintiocho edición del Festival Internacional de Cine de San Sebastián continúa siendo una incógnita, rodeada de intereses políticos y de errores organizativos.

Mientras la mayor parte de los miembros del comité rector, en el que se integran representantes del Ayuntamiento de San Sebastián, asociaciones de vecinos, cine-clubes, Cámara de Comercio, exhibidores y productores cinematográficos, anunciaba el 3 de mayo que no podía hacerse nada para salvar la muestra en esta ocasión y pedía un plazo de dieciséis meses para preparar con garantías de éxito la edición de 1981, el consejero de Cultura del Gobierno vasco, Ramón Laballe, se ha declarado partidario de anunciar el día 20, en Cannes, durante el cóctel de presentación oficial de la película del productor Elías Querejeta, que el Festival de San Sebastián se llevará a cabo por todo lo alto.Ramón Laballe, miembro del comité rector en representación del ayuntamiento donostiarra hasta su designación para la cartera de Cultura del nuevo Gobierno vasco y principal blanco de las críticas de sus compañeros en el momento de arrojar la toalla, se ha apresurado a declararse partidario de llevar a buen término este año un festival de transición que permita a la Federación Internacional de Asociaciones de Productores de Filmes devolver a San Sebastián la categoría de certamen competitivo no especializado que para esta ocasión se le niega después de que el Partido Socialista de Euskadi (PSOE) hubiera anunciado la presentación de la primera interpelación al recién constituido Gobierno vasco, precisamente en tomo a la celebración del festival de cine.

Aunque la retirada de la primera categoría al Festival de San Sebastián se anunció oficialmente el 3 de mayo, existen elementos suficientes para dudar de que los responsables del certamen no conocieran con anterioridad las condiciones en que habría de desarrollarse la muestra cinematográfica donostiarra en la edición correspondiente a 1980. Desde hace dos años la FIAPF había advertido seriamente a los organizadores que el Festival de San Sebastián no reunía las condiciones exigidas a un certamen internacional. A la crisis propia de la transformación y popularización que se pretendió dar a la muestra, con éxito palpable y asistencia masiva a las sesiones en barrios y pueblos, se unieron otro tipo de circunstancias, como la escasa calidad de la infraestructura hotelera, la ausencia de atractivos turísticos en la ciudad y las complicaciones del orden público, más difíciles de comprender para los visitantes extranjeros, la celebración del Festival de San Sebastián al final del verano obligaba, por otra parte, a contratar películas ya conocidas por los profesionales en Cannes, o en otros certámenes anteriores al de San Sebastián. Las ventas en el mercado del filme en el año pasado, según se comentó ya en aquel momento, fueron prácticamente nulas.

Por todas estas razones, cuando el alcalde de San Sebastián, Jesús María Alkain, del Partido Nacionalista Vasco, remitió a la FIAPF, como presidente del festival, el reglamento para la edición de este año, el secretario de este organismo, A. Brisson, le replicó que era inaceptable por tratarse de un proyecto similar al de ediciones anteriores.

Brisson recordaba que ya hace dos años se había indicado a los rectores del certamen donostiarra la necesidad de modificar el carácter del festival y subrayaba el hecho de que esta modificación, que debía haberse operado el año pasado, fue suspendida temporalmente en atención a las circunstancias políticas que atravesaba España. El secretario de la FIAPF añade en su carta, fechada el 15 de abril, que no existe jerarquía entre los festivales, sino fórmulas diferentes, y recuerda el éxito de muestras no competitivas como la de Nueva York, sugiriendo que San Sebastián adopte una orientación parecida o acepte la fórmula de un festival especializado.

Brisson se remite en su respuesta al alcalde donostiarra a una comunicación anterior de Franco Cristaldi, presidente de la FIAPF, dirigida al director general de Cinematografía, Carlos Gortari, en la que se le informaba ya de modo oficial, el primero de abril, de las nuevas condiciones en que debía desarrollarse el Festival de San Sebastián. Cristaldi es aún más contundente que Brisson en sus argumentos. «El Festival de San Sebastián ha perdido progresivamente su interés desde hace más de dos años», escribe el presidente de los productores cinematográficos, «hasta el punto de no interesar siquiera a los profesionales españoles».

Según los miembros del comité rector que anunciaron la suspensión de la, edición de 1980, el Consejo General Vasco había efectuado promesas financieras y de otro tipo luego incumplidas, que inclinaron a los organizadores del certamen a insistir en la modalidad competitiva. Para estos medios no ha existido el menor interés de las instituciones autónomas vascas por el festival.

Carlos Gortari, director general de Cinematografía, ha reiterado, después de conocerse que el comité rector no organizaría la edición del presente año, su ofrecimiento de apoyo económico.

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