El Duero dura
No se puede tener todo en esta vida, Gerardo, que le dan a usted el premio Cervantes, maestro, amigo, y en cambio le quitan el Duero, su río Duero, río Duero, nadie a acompañarte baja. Usted le puso un romance al río fundamental de Castilla, que va a dar en Machado, que es el morir, pero los banqueros, los Martín-Villa (paisano insoslayable, como le llama el fino escritor leonés Luis Maleo Díez), los que están siempre detrás de lo que está detrás de todo, lo que quieren ponerle ahora al Duero no es un romance, puente de octosílabos, sino un puente de hormigón y fealdad.El Duero dura, y en él duran poetas. Así, Luis Rosales: «Dura el paso sosegado del Duero». No tan sosegado, Luis, que ahora lo están desasosegando de puentes y proyectos para pulular la orilla izquierda,entre San Polo y San Saturio -paseo atardecido de Machado-, de urbanizaciones, fábricas y cosas. La polémica se levantó a mediados del 1979 y Julián Marías fue uno de los primeros en tomar la pluma en prosa para defender ese río en verso, en este mismo periódico, como luego tantos periódicos locales, Hispania Nostra y Adelpha y toda la basca comprendida en «este gran cuerpo social que llamamos España», como escribió Marías. El Duero dura y el proyecto ominoso se para, pero ya mismo, por el 2 de mayo o así, como en un levantamiento español de ríos puestos de pie, el Duero y sus afluentes de prosa vuelven a tener reyerta con la Administración, que ahora es el también insoslayable señor De la Cierva, ministro de la cosa, quien, contra el dictame de Tusell y la Dirección General, ha dicho que adelante con el puente, lo que viene a romper el machadiano arco de ballesta y agua, y supone la edificación/destrucción de unas laderas vírgenes y frondosas por donde debe tener alguna hectárea en dote la esposa de algún desposado con,el Movimiento así llamado. Pero escribo rumores, y los rumores, para este periódico, no son noticia. Ni deben serlo. Lo que pasa es que un día estalla un rumor y se lleva por delante un guardia, un poeta o un paisaje. Los rumores no son noticia, pero rumorea, que algo queda. Defendemos Soria como aquella medalla cartaginesa, «profundamente grabada» de que hablaba Baudelaire. Los progresistas del marketing alegan que Soria está ya muy deteriorada, como toda España. Deteriorada, España, porque, en su momento, nadie supo detener o encauzar las grandes -realizaciones -del-Régimen, que no solían ser sino conveniencia de un rico protegido y emboscado bajo el nombre de empresario. Martín-Villa, que ahora amenaza venirse sobre la Moncloa como gobernador natural de todos los gobernadores civiles del tardo franquismo, haciéndoles pasar, con sus provincias enteras, por ese puente sobre el Duero, Martín-Villa, digo, está prieto de banqueros por todas partes y respaldado de esteticién electoralistas que le mejoran la montura de las dioptrías. Sorianos que atentan así contra su Soria pura, explicada por Dionisio Ridruejo, soriano de verbo y tíem po, sorianos que enrollan el Duero, como una alfombra, y lo sustituyen por una autopista, llamando pro greso a lo que sólo es plusvalía, y cuando tanta España hay por pro gresar y redimir. No es nada contra el ministro de Cultura, lo digo una vez más, sino que para nada debiera existir ese ministerio, que la cultura fluye mejor sola, como los ríos, y hay un Duero natural de libros góticos y ermitas románicas que fluye por nuestra Historia mientras no se erigen ministerios y ministros con poder para interrumpir el camino fluvial de la cultura en favor de las inmobiliarias. Don Ricardo de la Cierva cree que cultura es el tinglado absurdo de la antigua farsa calderoniana (sub) en el Español, y hasta dijo a una altísima dama/calandria que quizá ella no entendía el rollo por ser «extranjera». Cultura, señor De la Cierva, sencillamente, es algo tan sencillo como el Duero.
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